Sobrepasado por los independentistas radicales, intentó calmarlos alentando la revuelta, pero no los convenció y pidieron su dimisión acusándolo de traidor en un día que acabó con ataques a los Mossos
02 oct 2018 . Actualizado a las 17:13 h.«Presionáis y hacéis bien en presionar». Fueron las madrugadoras palabras que el presidente catalán, Quim Torra, pronunció este lunes para arengar a los CDR para que continúen con sus movilizaciones e intentar congraciarse con ellos después de las cargas de los Mossos contra los que les tiraron botes de pintura el sábado. Las profirió en un acto institucional en San Julián de Ramis (Gerona), donde hace un año tenía que votar Carles Puigdemont. Pero mientras Torra, quien cada vez se ve más contra las cuerdas, reivindicaba «el mandato» de la votación ilegal del 1-O, los radicales pedían su dimisión y la de su consejero de Interior y le exigían: «No nos enviéis a los Mossos». Todo un reflejo de la división con la que el independentismo ha llegado al aniversario del 1-O . Y es que el presidente de la Generalitat logró algo tan difícil como aunar los deseos de los radicales con los de Sociedad Civil Catalana, que también pidió este lunes su dimisión por su apoyo a los anteriores.
A las instrucciones de Torra «a la calle» respondieron el ministro de Exteriores, Josep Borrell, recordándole que es su «responsabilidad» mantener el orden público en Cataluña, y el PSC, que le pidió que «aclare si está con los Mossos d’Esquadra o con los Comités de Defensa de la República» y que diga si «está con el orden o está para atizar el conflicto en Cataluña». Inés Arrimadas calificó de «indigno» que el presidente de Cataluña ejerza de «cabecilla de los CDR». Pero Torra siguió a lo suyo. A primera hora de la tarde salió a dar ánimos a los manifestantes en la plaza de Sant Jaume. «Ganemos la república. Ganémosla», los avivó. Torra también hizo gala de la ambigüedad al apelar a que cuando lleguen las sentencias de los procesados por el intento de ruptura del Estado tendrán que volver a determinarse. También Carles Puigdemont animó a los CDR a mantener sus protestas, que calificó de «perfectamente respetables». Desde Waterloo dijo que sus acciones «no son violentas, sino de resistencia».
Este capote y el de Torra no surtieron efecto en el independentismo más radical. El presidente tuvo que escuchar en el barrio barcelonés del Guinardó, donde protagonizó otro acto, «más contundencia» y «ni un paso atrás» que le reclamaron los CDR. «Desobediencia o dimisión», fue la exigencia de un sector que no se cortó en calificar de traidor al presidente catalán.
Intento de asalto al Parlamento
Los Comités de Defensa de la República efectuaron durante la jornada cortes de carreteras como el de la AP-7 en Vandellós (Tarragona) y de vías como el del AVE en Gerona, concentraciones delante de colegios bajo el eslogan «1-O, ni olvido ni perdón» e interrupciones del tráfico en el centro de Barcelona a las que se sumaron miles de universitarios. Los Mossos tuvieron que intervenir a porrazos al lado de la Bolsa de Barcelona. Pese a que lo llevaban preparando desde hacía meses, las acciones de los radicales alteraron momentánea y puntualmente la normalidad, pero no paralizaron la vida ciudadana. Por ello la protesta fue ganando en violencia. «Esta noche habrá croquetas», coreaban los radicales en paseo de Gracia, una de las vías que tuvo este lunes problemas de movilidad junto a la Gran Via, la Diagonal, vía Layetana y la calle Aragón. Era el preludio de la manifestación convocada por ANC y Òmnium para la tarde noche en la que participaron unas 180.000 personas, según la Guardia Urbana de Barcelona, y en la que se corearon consignas de «Torra, Buch, dimisión» y «dónde están las estructuras».
Tras la marcha, y ya de noche, un grupo de un centenar de manifestantes atacaron con cohetes la Jefatura Superior de Policía, en vía Layetana, y otro centenar de radicales se enfrentaron a los Mossos al grito de «Ocupemos el Parlament». Cerca de la Cámara, los Mossos se vieron cercados por manifestantes y tuvieron que ser reforzados por antidisturbios ante el intento de asalto al edificio.
La situación es un reflejo de que los CDR han roto con Junts y ERC, pero también con la ANC, pues la desoyeron cuando pidió que se retiraran. Protestas menos numerosas se celebraron en Lérida y Gerona. En esta última, grupos de radicales forcejearon con los Mossos y retiraron vallas que protegían la Subdelegación del Gobierno.