El portavoz de ERC en el Congreso remató el giro de su formación hacia el pragmatismo
28 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.A Gabriel Rufián le han llovido críticas muy duras en Cataluña, mientras en Madrid le han alabado y descubierto a un político alejado del histrionismo. JxCat ha aprovechado el discurso templado del portavoz de ERC para cobrarse la venganza contra uno de los responsables de que Puigdemont siguiera adelante con la declaración de independencia. Por su tuit: «Ciento cincuenta y cinco monedas de plata». El Judas ahora es él. O aún peor, el «pagafantas», dice Albert Batet, de JxCat.
Rufián ha abandonado la descalificación. Ejerce de «mediador» entre PSOE y Unidas Podemos. Y admite que no es independentista. «No soy soberanista ni independentista, soy de izquierdas y republicano», dijo a Monedero el mes pasado. Su defensa de la cantante Rosalía y del castellano, su afición por el Espanyol, el Real Madrid y la Roja le sitúan ya como traidor mayor de Cataluña, cuando no hace mucho avisaba que su estancia en el Congreso sería solo de 18 meses o era expulsado por Ana Pastor por llamar «fascista» a Borrell. Pero ahora se estrenó como jefe de filas, y citó a Unamuno. Remató el giro al pragmatismo absteniéndose en la investidura de Sánchez, al que sus socios de JxCat tildan de «carcelero».