El liderazgo personalista de los partidos aboca al país a un bloqueo institucional irresoluble

Paula de las Heras, A. Azpiroz, M. E. Alonso MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Pedro Sánchez y su asesor Iván Redondo salen del Congreso tras la fallida sesión de investidura
Pedro Sánchez y su asesor Iván Redondo salen del Congreso tras la fallida sesión de investidura Mariscal

Los dirigentes se rodean de afines y fulminan cualquier atisbo de crítica interna

04 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis de representatividad que vivió España a partir del 2011 tuvo entre el 2014 y el 2015 una repercusión directa en el modo de organizarse de los partidos. Con ella, llegaron las promesas de mayor democracia interna, mayor apertura a la sociedad y mayor participación ciudadana. La cara b de esos cambios, a los que el PP se incorporó ya tardíamente con su experimento de primarias mixtas en el 2018, son unas formaciones políticas con liderazgos muy personalistas y estructuras debilitadas.

Lo que esta semana hicieron Pablo Casado y Albert Rivera ya lo experimentaron antes Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El riesgo para España es que los líderes, encastillados en sus posiciones, lleven al país a un bloqueo institucional irresoluble. 

PSOE

Sosiego en un partido domesticado en el 2017. En el PSOE posterior a las primarias de 2017, las que el hoy presidente en funciones ganó contra Susana Díaz y contra todos aquellos que tenían una concepción más clásica del funcionamiento del partido, no hay disidentes. Sánchez no dejó prácticamente espacio ni en la ejecutiva ni en el Comité Federal (al que, además, rebajó competencias) para sus opositores. Tampoco cuando le llegó el momento de formar Gobierno, tras la moción de censura contra Mariano Rajoy a mediados del 2018, se esforzó, como sus predecesores, por buscar equilibrios o dar cabida a propuestas de líderes territoriales. 

En marzo, cuando tocaba elaborar las listas al Congreso, al Senado y al Parlamento Europeo hizo una criba de antiguos críticos y se garantizó un grupo a su medida. Los barones han perdido la capacidad que tenían antaño para ejercer como contrapoder. Los mismos que en el 2014 clamaban contra el «Gobierno Frankenstein» aceptaron sin más en el 2018 que el líder del PSOE se aupara en Podemos, ERC, el PDeCat o Bildu para gobernar durante casi un año tras la moción de censura a Mariano Rajoy. Y en este tiempo solo se les ha oído elevar la voz cuando, a pocos meses de los comicios en los que se jugaban el puesto, el Gobierno aceptó la figura de un relator en las negociaciones con la Generalitat.

Partido Popular

Casado prescinde de las cuotas heredadas de las primarias. El presidente del PP tiene pleno control de la dirección nacional, pero aún corre el riesgo de ser contestado por los barones más moderados. El pasado martes Pablo Casado dio un golpe sobre la mesa. El presidente del PP designó una nueva dirección a su imagen y semejanza, nada que ver con las cuotas de poder que tuvo que asumir un año atrás nada más hacerse con las riendas del partido.

Un año después de asumir la presidencia de la formación conservadora, Casado ha prescindido de las cuotas. De la revolución interna apenas han sobrevivido la exministra Isabel García Tejerina, que apoyó en su momento a Cospedal, y Cuca Gamarra. Para las portavocías de Congreso y Senado el líder de la formación conservadora se ha encomendado a dos dirigentes de su círculo más cercano. Cayetana Álvarez de Toledo ha sido la elegida en la Cámara baja, mientras que Javier Maroto tendrá la voz cantante en la Cámara alta.

A nivel regional, la disidencia podría crecer en torno a Galicia, Andalucía y País Vasco. Núñez Feijoo, Juan Manuel Moreno y Alfonso Alonso fueron los grandes ausentes en el cónclave popular del pasado martes. Los futuros congresos autonómicos decidirán si Casado se hace con el poder absoluto de la formación conservadora.

La nueva política tampoco se libra del absolutismo 

Ciudadanos

Una ejecutiva a la medida. «Pararse, reorganizarse, coger músculo y crecer». Así defendió el pasado lunes Albert Rivera los cambios en la ejecutiva de Ciudadanos para reforzar su liderazgo y soportar las presiones para que faciliten un Gobierno socialista en minoría o, quien sabe, para acudir a una repetición electoral. Una decisión estratégica con la que el líder naranja ha intentado cerrar el convulso curso político para Cs, tras un aluvión de dimisiones en las últimas semanas por discrepancias con la dirección. 

Los liberales aprobaron una reforma estatutaria para ampliar la composición de las dos ejecutivas del partido y poder así dar entrada a los fichajes afines a Rivera y aislar al mismo tiempo a aquellos dirigentes que pusieron en duda su estrategia. Entre esos leales destaca el exdirectivo de Coca-Cola Marcos de Quinto, el expresidente balear (PP) José Ramón Bauzá, el expresidente madrileño (PP) Ángel Garrido, así como el exdirigente socialista Joan Mesquida. 

podemos

La militancia, una garantía de control para Iglesias. Solo los más fieles al secretario general de Podemos resisten en los órganos de mando del partido. La clave está en el comodín del público. Los inscritos jamás han dado la espalda a su secretario general, ni siquiera en su momento más complicado, cuando sometió a votación su continuidad en el partido y la de Irene Montero tras desvelarse su compra de un chalé valorado en más de medio millón de euros.

Iglesias, junto a Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero y Luis Alegre, estrenó su liderazgo en Podemos en octubre del 2014 con una rotunda victoria en Vistalegre 1. Su propuesta de organización interna, basada en una estructura sumamente vertical que dejaba de lado los círculos, se impuso en aquella Asamblea Ciudadana sobre la fórmula de su entonces adversario Pablo Echenique. La Asamblea de Vistalegre 2, celebrada en febrero del 2017, supuso la segunda gran reorganización interna. El secretario general venció de forma rotunda a Errejón y logró la mayoría absoluta en el Consejo Ciudadano, máximo órgano de Podemos entre congresos.

Los pablistas se aplicaron en relegar a los errejonistas, cuyo último capítulo fueron unas primarias a las listas del Congreso que coparon los candidatos apoyados por Iglesias. A día de hoy, en la dirección nacional el único ajeno al círculo más cercano del secretario general es Urbán. El líder de Podemos solo ha sufrido derrotas internas a nivel territorial, donde la formación morada ha mostrado una capacidad de autodestrucción extraordinaria. Tras las elecciones de mayo, la única organización autonómica de peso es la andaluza, que, para colmo de la dirección nacional, está controlada por la anticapitalista Teresa Rodríguez.