Los independentistas se rompen en el Parlament y Esquerra da la espalda a Torra

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El vicepresidente Pere Aragonès (ERC y el presidente de la Generalitat, Quim Torra (JXC), este jueves, en el Parlamento de Cataluña
El vicepresidente Pere Aragonès (ERC y el presidente de la Generalitat, Quim Torra (JXC), este jueves, en el Parlamento de Cataluña Quique García

JxC, ERC y la CUP desconocían la promesa del presidente de la Generalitat de que esta legislatura volverá a poner las urnas para ejercer el derecho de autodeterminación

18 oct 2019 . Actualizado a las 09:26 h.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, quien, forzado por sus compañeros de andanzas secesionistas, tuvo que salir pasada la medianoche del miércoles al jueves para ofrecer una tímida condena de los altercados callejeros, regresó este jueves a las piruetas dialécticas en el Parlamento catalán para dejar claro que lo que le preocupa no es la violencia, sino la sentencia y la reincidencia.

Sin realizar el más mínimo ejercicio de autocrítica por la gestión de los disturbios que desde el lunes asolan Barcelona, Torra salió al atril de la Cámara autonómica como si las hogueras y las barricadas no perteneciesen a su realidad cotidiana y, haciendo caso omiso de sus deberes como responsable máximo de la seguridad en Cataluña, prefirió cultivar el discurso independentista. Arremetió sin contemplaciones contra la sentencia del Tribunal Supremo e intentó dibujar una nueva huida hacia delante en clave soberanista. «Tenemos un deber inmenso: fijar las vías para concretar el ejercicio del derecho de la autodeterminación en el plazo más breve posible y, en el marco de este acuerdo nacional, yo defenderé que en esta legislatura se acabe volviendo a ejercer el derecho a la autodeterminación», avanzó en tono desafiante.

El anuncio pilló por sorpresa no solo a la oposición, que por una vez unió las voces de Cs, PSC, comunes y PP para reclamar su dimisión, sino también a sus consejeros, que no habían sido informados previamente; a la CUP, que presta sus votos para sostener al Govern; a Esquerra, que forma parte del Ejecutivo catalán; e incluso a JxC, el partido del propio Torra, que sigue manejando desde Waterloo el prófugo Carles Puigdemont. Desde Junts guardaron este jueves un prudente silencio, pero anunciaron que solicitarán una reunión con Torra y Puigdemont para estudiar los detalles de esta propuesta, que no tendría por qué consistir en un nuevo referendo ilegal como el del 1-O y podría ser una convocatoria de comicios autonómicos «en clave plebiscitaria»

Malestar en la CUP y ERC

La indignación se hizo más patente en las filas de ERC y la CUP, que aprovecharon sus intervenciones en el pleno para mostrar su «malestar e inquietud» por no haber sido consultadas con anterioridad.

El presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià, recalcó que «no es el momento de poner fechas» a una nueva consulta, algo que también afearon a Torra desde la CUP. La diputada antisistema Natàlia Sánchez calificó de «arriesgada y poco útil» la decisión del presidente de la Generalitat.

Este episodio volvió a reabrir las heridas en la ya inestable coalición de gobierno, incapaz de sacar adelante unos presupuestos al no contar con el apoyo de la CUP y bajo la tensión electoral del 10N, cita en la que Esquerra aspira a convertirse en el partido de referencia del secesionismo. 

Discrepancias con Aragonés

En este sentido, las discrepancias son ya insostenibles entre Torra y su vicepresidente, el republicano Pere Aragonès, que recientemente declaró que está a favor de poner fin a la legislatura si el Govern no logra aprobar sus cuentas y tiene que seguir con estas prorrogadas.

Para tratar de apaciguar los ánimos y evitar una inoportuna ruptura del Gobierno catalán, al término de la sesión en el Parlament, Torra se reunió con Pere Aragonès (ERC) y la portavoz y consejera de Presidencia, Meritxell Budó (JxC).