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El magistrado motero llegó a la Audiencia Nacional para suplir una baja de Garzón
25 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El Diario de Sesiones del Congreso dejó registrado recientemente que Pablo Iglesias, desde el sillón azul de vicepresidente del Gobierno, se refirió al juez Jorge Fernández Vaquero como «conservador», motivando el enfado del magistrado, que se vio obligado a salir en las redes sociales a reivindicar su «independencia» y la «despolitización» de la Justicia.
No es la primera vez que desde Podemos o su entorno más cercano colocan una etiqueta a un magistrado. Una de las últimas fue al titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, al que se refieren como «juez para la derecha». A Manuel García Castellón y García-Lomas (Valladolid, 1952) no le gusta la fama, pero ese intento de mantener un perfil bajo y discreto no casa con los casos que han caído en su poder, que no son otros que algunos de los más mediáticos del país en los últimos años, como la Púnica, la Lezo o la Tándem, tres investigaciones que salpican de lleno tanto a Génova como a Princesa, cuarteles generales del PP y Podemos, respectivamente.
Tras licenciarse en Derecho en la Universidad de Salamanca, la carrera judicial del mayor de cuatro hermanos nacidos de una familia acomodada de las orillas del Pisuerga arranca a los 29 años, como responsable del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de la localidad vizcaína de Marquina, en donde pasó la primera etapa de una década en la que recorrió media España: contempló el paso de los peregrinos en su camino a Santiago por la caminera y burgalesa Castrojeriz, se aproximó a Galicia cuando le destinaron a la localidad zamorana de Puebla de Sanabria, regresó cerca de casa durante su estancia en Medina del Campo, y disfrutó del Mediterráneo mientras estuvo destinado en el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria y de Instrucción número 1 de Baleares. Tras un breve paso por Palma, logró plaza en el Juzgado de Instrucción número 2 de Valladolid. Parecía que acababa de completar el círculo que buscan cerrar muchos funcionarios de la judicatura. La soñada vuelta a casa. Sin embargo, la carrera no había hecho nada más que empezar.
Supliendo al diputado Garzón
En 1993, Baltasar Garzón, el juez más mediático del momento, y probablemente de la historia de España, logra un escaño en el Congreso desde las listas del PSOE, dejando una vacante temporal en la Audiencia Nacional de la que se haría cargo García Castellón, que acabaría ganándose una plaza de titular al frente de la sala 6. Son los años más sanguinarios de ETA, por lo que, entre otros muchos casos, se convierte en el encargado de la instrucción del asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco y del intento de magnicidio contra José María Aznar, al que solo el blindaje del Audi V8 le salvó de una muerte segura. También cae en sus manos la investigación contra el expresidente del Atlético de Madrid y exalcalde de Marbella, Jesús Gil, y la investigación sobre Banesto que acabó con Mario Conde entre rejas. Tras años de gran intensidad, el Gobierno de Aznar lo promociona para ocupar una plaza de nueva creación en el año 2000: juez de enlace de España en París, cuyo objetivo primordial era engrasar las investigaciones y las extradiciones de los terroristas en un contexto de plena colaboración entre las policías y los sistemas judiciales español y francés. El puesto, en el que lo mantuvo Zapatero durante sus dos mandatos, llegando a condecorar a García Castellón con la encomienda de Isabel la Católica, está remunerado con 130.000 euros anuales. Después pasaría a ejercer la misma función en Roma, pasando un total de 17 años fuera de España. Pero en el 2017 decide regresar a su plaza en la Audiencia tras la salida del que hasta la fecha había ocupado su vacante, el juez Eloy Velasco. Su retorno se vería salpicado de una gran polémica tras haber trascendido una conversación entre el exministro Zaplana y el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González: «Vamos a ver, Eduardo. Tenemos el Gobierno, el Ministerio de Justicia, no sé qué y tal, y escucha: tenemos a un juez que está provisional… [por Velasco]. Tú lo asciendes… Yo le digo: ‘A ver, venga usted para acá'. ¿Cuál es la plaza que le toca? ¿Onteniente?' A tomar por culo a Onteniente, y aquí que venga el titular [García Castellón], que ya me las apañaré, coño», comentaba González, profecía que se acabaría cumpliendo. Así es como García Castellón hereda algunos de los casos más mediáticos, en los que acabaría imputando a Esperanza Aguirre y a Cristina Cifuentes.
Miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura, es un apasionado de las dos ruedas, y disfruta a lomos de su moto. En el 2022, cumplirá 70 años, edad a la que los jueces están obligados a jubilarse salvo que soliciten una prórroga de dos. Entonces sí, disfrutará de todo el tiempo del mundo para dedicarse a su otro gran pasatiempo: la lectura.