Pedro Sánchez suma ya 100 horas continuadas de silencio sobre Madrid. Lejos queda aquella locuacidad a bordo del Falcon oficial entre Senegal y Angola para cuestionar la veracidad de los datos de la pandemia en Madrid en plena precampaña. Pero Isabel Díaz Ayuso ha dejado de ser una prioridad en la agenda del secretario general del PSOE, que no quiere perder el tiempo en derrotas electorales cuando tiene por delante la ansiada revancha sobre su antigua bestia negra, Susana Díaz.
Porque esa es la nueva cortina de humo que los asesores de la Moncloa han disparado para intentar tapar el fiasco de los socialistas madrileños, relegados al tercer puesto en la Asamblea de Madrid, con apenas el 17 % de los votos que, trasladados a unas hipotéticas generales, dejarían en el paro a buena parte de la guardia pretoriana de Sánchez.
Quizá por ello, el presidente del Gobierno ha querido volver la vista a su eterna adversaria, a la que doblegó en su vuelta triunfal a Ferraz y que ahora intenta copiar los métodos del Pedro desahuciado para intentar evitar su desalojo del feudo andaluz que heredó, y no supo defender, de manos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, ambos condenados por la gestión de los ERE.
Susana Díaz representa ese pasado turbio del PSOE andaluz, que también tiene ramificaciones en Madrid a través de la presencia de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, antaño inseparable de la ahora candidata antiaparato. Y también sabe que lucha por su supervivencia. Ella fue la cara de la vieja guardia en las primarias estatales del PSOE que otorgaron a Sánchez todo el poder en el partido y manos libres para hacer sus equipos al margen de los barones.
Díaz ha permanecido en silencio, respaldando decisiones como los pactos con los independentistas que pocos meses antes denunciaba y despreciaba. También es cierto que ha rechazado una salida personal para evitar el enfrentamiento. Las fuentes socialistas dicen que ha rechazado la presidencia del Senado e incluso un ministerio, ofrecidos a través de José Luis Ábalos.
Susana ha elegido volver a medirse con Pedro para, en argot taurino, lograr la puerta grande o la enfermería. Es cierto que Sánchez ha delegado su representación en otro sevillano, el alcalde Juan Espadas, antes amigo y leal a la todavía secretaria general del PSOE andaluz. Pero toda la militancia de la federación más numerosa del partido sabía que este duelo tenía que llegar para resolver definitivamente la disputa por el control de la formación. Y Susana Díaz, acostumbrada a las riñas internas y formada en la siempre correosa escuela de las Juventudes Socialistas, lleva meses intentando mantener prietas las filas de sus antiguos aliados, cada vez más presionados por el entorno presidencial.
Ferraz ha tomado partido en esta segunda edición del duelo entre Sánchez y Díaz. Solo puede quedar uno a partir del 13 de junio.