La crisis de Ceuta se inició en una aldea fronteriza situada en medio del Sáhara
ESPAÑA
Desde noviembre del año pasado, Marruecos y el Frente Polisario sostienen un enfrentamiento militar en el paso de Guerguerat
20 may 2021 . Actualizado a las 20:59 h.La crisis que se ha desatado ahora en Ceuta tiene su origen en un puesto aduanero perdido en medio del desierto del Sáhara. La aldea fronteriza se llama Guerguerat y se ha convertido en una zona de guerra en la que tropas marroquíes y militantes del Frente Polisario se bombardean de forma diaria desde noviembre del año pasado. Ese mes se rompió la tregua que mantenían ambas partes desde 1991 y se desató un enfrentamiento en el que la cifra de víctimas es un secreto para los dos bandos y la información está sometida a la normas de la propaganda. Pero la tormenta que se ha desencadenado en la región tiene que ver también con Israel, Washington, Madrid y Argel.
Guerguerat es clave para Marruecos, puesto que supone su única salida hacia el sur y, por lo tanto, es una ruta imprescindible para vender sus productos agrícolas en África. Pero la aldea se encuentra en una zona cuya soberanía reclama el Frente Polisario.
Hace medio año, Marruecos comenzó a trasladar maquinaria pesada para asfaltar los tramos de desierto que permitirían conectar la carretera con Mauritania. El Polisario organizó diversas protestas contra las obras que las fuerzas marroquíes reprimieron con efectivos militares. La escalada de tensión hizo que la organización saharaui pusiera fin al alto el fuego. En ese momento, las reclamaciones del Polisario ante la Unión Europea estaban siendo defendidas en el Parlamento Europeo por partidos como Podemos o Bildu y el expresidente catalán y prófugo de la Justicia Carles Puigdemont.
El inicio de las hostilidades se tradujo en un intercambio de misiles y cohetes entre las partes. Las Minurso —las fuerzas de la ONU que vigilaban el área— se retiraron de la zona, lo que dio pie a una escalada cuyos efectos se desconocen ante la opacidad de la información. En diciembre, el conflicto tomó otro cariz cuando el entonces presidente Donald Trump anunció que Estados Unidos aceptaba la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Este espaldarazo a Mohamed VI no era gratis. A cambio, Marruecos reconoció al Estado de Israel, algo que para muchos países y organizaciones árabes es casi una blasfemia.
Ataque con un dron
En ese contexto, el pasado 7 de abril se produjo un hecho sin precedentes. En la aldea de Tifariti, una antigua base de la Legión española convertida en uno de los enclaves bajo control del Frente Polisario, una explosión mató al jefe de la gendarmería saharaui, Adah el Bendir. Datos publicados posteriormente revelaron que el ataque pudo ser llevado a cabo con un dron dotado con tecnología israelí. Distintas fuentes especularon que el objetivo real del atentado era Brahim Gali, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática.
A los pocos días, el 17 de abril, Gali fue trasladado a España en un viaje cuyos detalles todavía no ha sido aclarados por el Gobierno de Pedro Sánchez. Dado el secretismo que ha rodeado el traslado de Gali —viajó desde Argel a Zaragoza en una avión y posteriormente se le condujo en ambulancia a un hospital de Logroño sin revelar quién era el pasajero— se especuló con que iba a ser tratado de heridas sufridas en el ataque del dron.
Sin embargo, los datos oficiales han señalado que el líder saharaui está siendo tratado del coronavirus. Es paradójico que este mismo jueves, los órganos no oficiales del Frente Polisario recordasen el 48 aniversario de sus primeras acciones armadas —fueron atentados contra el Ejército español—, ataques que se le atribuyen a Gali.
Y esta semana, tras una serie de advertencias de Rabat a Madrid, se produjo la llegada de miles de personas a Ceuta. «Hay actos que tienen consecuencias», resumió la embajadora de Marruecos en España.