Los técnicos no descartan la aparición de nuevas bocas eruptivas en el volcán de La Palma

Antonio Paniagua MADRID / COLPISA

ESPAÑA

UME

Comparan el desplome del cono con «el derrumbe de una presa»

05 oct 2021 . Actualizado a las 00:32 h.

El volcán de La Palma no da señales de agotamiento. El desplome parcial del cono principal ha provocado la unificación de algunas bocas eruptivas, circunstancia que se ha traducido en las últimas horas en un incremento de la lava derramada, que se caracteriza por su mayor fluidez.

El material volcánico discurre por ahora a través del cauce de anteriores coladas. «Es como si se hubiera producido el derrumbe de una presa», insistieron ayer los expertos. No se descarta la aparición de nuevos centros de emisión en el Cumbre Vieja. Según han podido observar los vulcanólogos, la actividad explosiva y la frecuencia de las detonaciones han ascendido. Al mismo tiempo, las fisuras han empezado a arrojar bombas basálticas que llegan a alcanzar los 800 metros de distancia. Al caer dentro del radio de exclusión, el peligro solo atañe al personal científico y de emergencia.

En coherencia con su carácter estromboliano, el volcán alterna fases de explosividad con otras de emisión de lava poco densa, que es la que alimenta las coladas. María José Blanco, directora del Instituto Geográfico Nacional en Canarias (IGN), empleó un nuevo concepto, el Índice de Explosividad Volcánica (VEI), para cuantificar la magnitud de las detonaciones. «En una escala de 0 a 8, el valor asociado a esta erupción es de 2», dijo Blanco.

«Nos preocupa, sobre todo, monitorizar estas coladas», subrayó el director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, quien alertó de que podría «darse un cambio de dirección sobre las coladas actuales, lo que obligaría a adoptar medidas de protección civil».

Enjambre sísmico

Al mismo tiempo, se produjo un enjambre sísmico de unos 40 terremotos al sur de la isla, en Fuencaliente y Mazo, donde se apreció un temblor de 3,4 en la escala Richter. Los técnicos Pevolca quitaron importancia a estos temblores, por cuanto se produjeron a niveles profundos. Si hubieran acontecido en la superficie, ello podría significar un mayor empuje de la lava para aflorar a la superficie, cosa que por el momento se descarta.

Al mediodía, la anchura de la colada en algunos tramos era de 1.250 metros, 300 más que el domingo, mientras que el delta que se ha formado en el mar mide más de 30 hectáreas. La columna de cenizas y gases ha menguado algo. Ayer alcanzó una altura de 4.500 metros. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) pronosticaba que el viento, de componente norte, iba a llevar el penacho tóxico hacia el sur-suroeste de la isla, si bien se descartaba que quedara afectada la operatividad de los aeropuertos.

Es imposible predecir cuándo concluirá la erupción. La lava tardará entre seis y nueve meses en enfriarse, según algunas estimaciones, lo que hace que cunda la angustia entre la población. Ayer se permitió que durante 45 minutos algunas familias de El Paso pudieran recoger enseres de sus casas. Los vecinos se apuraban en acarrear escrituras y documentos importantes de sus inmuebles, pero también retiraban fotos y recuerdos.

Este martes está previsto que se instalen dos plantas desaladoras portátiles en el área de Puerto Naos para garantizar el riego de las plantaciones de plátanos. De esta manera se pretende paliar las cuantiosas pérdidas que están sufriendo los agricultores.

El rugido del volcán apaga cualquier otro sonido. Es difícil escuchar el trino de las aves, al tiempo que el ecosistema marino ha sufrido profundas transformaciones. Por de pronto, el contacto la lava con el océano ha ocasionado una decoloración del agua y variaciones de temperaturas y florescencia, así como una reducción del oxígeno, según han podido comprobar los científicos que trabajan a bordo del buque oceanográfico Ramón Margalef.

Algunas de la zonas naturales de la isla tardarán miles de años en recuperarse

Los perjuicios ocasionados por el volcán de La Palma se miden a una escala que escapa a la experiencia humana. El consejero de Transición Ecológica del Gobierno canario, José Antonio Valbuena, aseguró ayer a la radio autonómica que se habían producido «daños en dos zonas naturales y, según los científicos, la recuperación de ese nuevo malpaís tardará unos 3.000 años». Ese es el tiempo que los nuevos ecosistemas tardan en ser colonizados.

El satélite Copernicus no ha podido llevar a cabo mediciones de los edificios dañados debido a la abundancia de nubes. Se calcula que ya son 400 las hectáreas arrasadas y más de mil edificios destruidos, entre ellos dos colegios y casi 30 kilómetros de carreteras. Las casi 700 parcelas devoradas por el magma tienen un valor de 130 millones de euros, según una peritación de la empresa Valmesa.

Los científicos han hallado en el magma grandes cantidades de tefrita, un material que indica que lleva miles de años evolucionando bajo la isla, según dijo el geólogo José Mangas, de la Universidad de Las Palmas. Sobre la posibilidad de que se generen nuevas islas a raíz de esta erupción, José Mangas descartó por completo tal eventualidad. «Eso no tiene ningún sentido».