Puigdemont estrena su Parlamento en el exilio cargando contra España

Cristian Reino COLPISA | BARCELONA

ESPAÑA

Cales Puigdemont, hoy, en la localidad francesa de Canet de Roselló.
Cales Puigdemont, hoy, en la localidad francesa de Canet de Roselló. CXREP

El expresidente de la Generalitat insiste en que es el Consejo para la República quien debe fijar «el camino de la independencia»

15 nov 2021 . Actualizado a las 09:19 h.

La localidad francesa de Canet de Roselló acogió hoy la sesión constitutiva de la Asamblea de representantes del Consejo para la República, el entramado pseudoinstitucional que ha impulsado el expresidente de la Generalitat desde Waterloo y con el que pretende mantener vivo el «procés», más allá de las instituciones autonómicas. Carles Puigdemont preside el consejo de gobierno de un Ejecutivo paralelo y lo que ayer empezó a dar sus primeros pasos es un Parlamento paralelo, después de que el pasado mes de octubre se celebraran elecciones.

La asamblea de representantes es una especie de parlamento en el exilio, que debe actuar en paralelo a la Cámara catalana. Este foro privado con 100.000 socios, de los que solo una cuarta parte votó en los comicios, es ajeno al entramado institucional catalán, y tiene como función elegir al presidente del Consejo para la República, presidencia que hasta ahora recae en Carles Puigdemont. Sus impulsores destacan que no estará sometido a la legalidad española y que es libre para actuar ajeno al control español. «No nos pueden aplicar el 155», remarcan.

La constitución del Parlamento de Puigdemont contó con los 121 diputados elegidos, entre ellos Puigdemont y Laura Borràs, que es presidenta del Parlamento catalán oficial y a su vez da apoyo a una entidad paralela.

Junts se volcó con la sesión, pero en cambio fueron sonadas las ausencias de ERC y la CUP. Hay miembros de tercera fila de estos dos partidos en la dirección del Consejo y en la Mesa de la Asamblea elegida, pero ninguno de los máximos dirigentes de ambas formaciones se desplazó a Canet de Roselló a respaldar la iniciativa. La cupera Ona Curto fue elegida presidenta de la Mesa de la Asamblea.

Puigdemont, en cambio, trata de darle el máximo de relevancia. El expresidente, de hecho, pretendía tutelar al Govern, como hizo con Quim Torra, desde el Consejo para la República. Pero Aragonès se negó en rotundo, lo cual estuvo a punto de hacer fracasar su investidura. El expresidente de la Generalitat insistió en que es el Consejo para la República quien debe fijar «el camino de la independencia».

El líder nacionalista emplazó a los suyos a que la república catalana no sea un calco de «la mal llamada democracia española». «Estamos demostrando por qué queríamos una república, y no era para calcar la mal dicha democracia española, sino estando inspirados por una vocación insobornable de radicalidad democrática», dijo. «El Estado catalán tendrá unas formas democráticas que no serán una copia a pequeña escala de lo que estamos acostumbrados con el Estado español», remató.