Es la última en bajarse de la vía unilateral y la desobediencia al Estado
13 feb 2022 . Actualizado a las 19:49 h.Hacía tiempo que no se respiraba como ahora un ambiente tan convulso en el seno del independentismo. El aterrizaje del procés se está haciendo a marchas forzadas y los sectores más radicales no acaban de digerir el nuevo escenario. ERC fue el primer partido secesionista que se bajó del carro de la vía unilateral. Luego se sumó una parte de Junts. La última en incorporarse ha sido la presidenta de la Cámara catalana, Laura Borràs, abanderada del nacionalismo más radical, que insistía en la desobediencia al Estado como senda para reactivar el desafío independentista. Su decisión de acatar la orden de la Junta de Electoral y retirar el escaño a Pau Juvillà, dirigente de la CUP inhabilitado, ha dejado huérfanos a los que aún se resisten a bajar del monte.
Borràs era la última esperanza de los unilateralistas. Prometió que no haría como Roger Torrent y que defendería hasta las últimas consecuencias a los diputados del Parlamento catalán. El baño de realidad ha caído como un jarro de agua muy fría en el independentismo más irredento. En ERC se frotan las manos, al ver cómo a la presidenta del Parlamento catalán le están dando con su propia medicina. Fuentes muy próximas al presidente de la Generalitat aseguran que, tras el episodio Juvillà, la dirigente nacionalista está acabada como aspirante a dirigir Junts. Estas mismas fuentes celebran que la parte de JxCat que se mantenía en las tesis rupturistas pierda el pulso en el seno de la formación y confían en que la tensión del posprocés pueda ir reduciéndose. Aragonès pronunciará hoy una conferencia con motivo del primer aniversario de las elecciones del 14F, en las que por primera vez el independentismo superó el 50 % de los votos, y hará una llamada a la unidad para insistir en la vía del diálogo, sin renunciar a nada.
En cualquier caso, en ERC, en lo que hace referencia a Laura Borràs, a veces han confundido el deseo con la realidad. Cuando aún no se había postulado para liderar las listas de Junts en las pasadas autonómicas, en la dirección republicana aplaudían que pudiera ir como número uno.
En Esquerra consideraban que la imputación por corrupción que arrastra podría ser un regalo durante la campaña. Al final, Borràs fue elegida como cabeza de lista y estuvo muy cerca de ganar a Pere Aragonès. Su discurso desacomplejadamente unilateralista y su tirón entre el independentismo radical fue su principal aval electoral. En ERC le acabaron temiendo porque tiene el carisma que le falta a Aragonès. Pero ha cometido el peor error en un momento convulso para el secesionismo, pues ha fallado y engañado a quienes habían confiado en que desobedecería.
Respuesta en la calle
Su estrella se apaga, hasta el punto que la ANC convocó el sábado una manifestación frente al Parlamento catalán y por primera vez tuvo que escuchar críticas por «falta de voluntad para hacer frente a la represión del Estado». Intentando compensar esa afrenta, horas después Borràs se sumó por sorpresa a una protesta de los radicales en la avenida Meridiana, que la propia Generalitat había declarado ilegal. En la protesta se escucharon gritos pidiendo la dimisión de Pere Aragonès y del consejero del Interior, Joan Ignasi Elena, lo que anticipa una nueva crisis entre los dos socios del Gobierno catalán, ERC y Junts.
El independentismo tiene ahora el porcentaje de apoyo social más alto de su historia y en cambio está más dividido que nunca. Borràs, de hecho, se ha quedado sola en toda la crisis por el escaño del dirigente cupero. Ni Puigdemont, Sànchez o Torra han salido a defenderla públicamente. En el sector más posibilista de Junts ya dan por amortizada a la presidenta de la Cámara y han empezado los movimientos para buscar nuevo líder del partido, de cara a encabezar la candidatura a la presidencia de la Generalitat. Algunas voces sitúan ya como muy bien posicionado al consejero de Economía, Jaume Giró.