Miguel Ángel Rodríguez, el Rambo de Valladolid que volvió para encumbrar a Isabel Díaz Ayuso

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso y exportavoz del Gobierno presidido por José María Aznar
Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso y exportavoz del Gobierno presidido por José María Aznar ZIPI

Tras llevar a Aznar hasta la presidencia de Castilla y León y a la Moncloa, sigue aplicando con éxito sus viejos trucos políticos

20 feb 2022 . Actualizado a las 10:02 h.

Miguel Ángel Rodríguez Bajón (Valladolid, 21 de enero de 1964) vivía ya como un Rambo retirado al que sus antiguos jefes, para los que hizo en muchas ocasiones el trabajo sucio, habían olvidado. Reconvertido en tertuliano de serie B, e incluso en novelista de éxito discreto, MAR, como le conocen amigos y adversarios, había pasado por episodios poco edificantes, como su detención en Madrid cuando provocó un accidente conduciendo ebrio. Requerido en algún aniversario para recordar sus viejas glorias con Aznar, al que condujo primero a la presidencia de Castilla y León y después a la Moncloa, sus mensajes en redes sociales reflejaban ya la espontaneidad de quien está de vuelta de todo.

Cuando Isabel Díaz Ayuso lo llamó para asesorarla tras ser elegida inesperadamente como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, MAR no lo pensó. Volver a sentir la adrenalina de construir un candidato y de lidiar con la prensa como lo hacía cada viernes cuando era el portavoz del Gobierno de Aznar fue algo irrechazable. Tuteló a Ayuso desde fuera en la campaña. Y luego esta, ya presidenta, lo nombró jefe de su gabinete, para espanto de Casado, que sabía lo que se le venía encima.

El aspecto físico de Rodríguez ha cambiado mucho desde sus tiempos de escudero de Aznar por tierras de Castilla y León buscando voto a voto por los pueblos. Pero sus trucos políticos y mediáticos siguen siendo los mismos. Y ese manual de la vieja escuela no solo funciona, sino que se ha impuesto en muchas ocasiones a modernos spin doctors, seguramente con más lecturas, más citas pedantes, más discursos grandilocuentes y más afán de protagonismo que él. 

Duelo épico con Redondo y Egea

Que se lo pregunten si no al gurú Iván Redondo, con el que boxeó de igual a igual cuando Ayuso confrontó directamente con Pedro Sánchez, y al que acabó llevando al huerto con aquel despliegue de banderas españolas, que encima tuvo que poner la Moncloa, en la rueda de prensa en la sede de la Comunidad tras la reunión entre ambos dirigentes. O a Teodoro García Egea, temido en casi todas las organizaciones territoriales del PP, y al que Rodríguez es el único capaz de sacar de sus casillas con un desprecio olímpico.

Siempre a la contra, en lugar de tratar de pulir los defectos propios de la bisoñez política de Ayuso, MAR decidió explotar los rasgos de su perfil más gamberro e irreverente, convirtiéndolos en un seña de autenticidad, y confrontarla directamente con Sánchez. Un estilo que conectó con el electorado madrileño conservador, hasta el punto de aglutinar no solo a los votantes del PP, sino ser la favorita de los de Vox, por encima de su propia candidata, Rocío Monasterio.

Eran días de vino y rosas para Rodríguez, que gozaba viendo cómo su pupila se convertía en un icono pop al que reclamaban en otros territorios cada vez que había campaña. Pero el escándalo de los contratos del hermano de Ayuso le obligó a retomar la parte más oscura de su trabajo. Aseguran en el equipo de Casado que él es el autor de un «montaje» sobre el supuesto espionaje organizado desde Génova contra el hermano de su jefa y que, según la dirección del PP, no es más que una cortina de humo y un ventilador para desviar el foco de atención sobre una bomba política que tanto él como Ayuso tenían claro que Casado podía hacer estallar en cualquier momento. Pura vieja escuela.

Verdadera o falsa, la trama detectivesca supuestamente protagonizada por fontaneros algo patosos a las órdenes de García Egea saltó a los medios en el momento preciso. El fiasco de las elecciones de Castilla y León, convocadas con el objetivo de relanzar la figura de Casado, pero sobre todo para evidenciar que el triunfo de Ayuso no era fruto de su carisma personal ni de las habilidades de Rodríguez, sino del empuje de la marca PP en toda España, convenció a MAR de que Génova iba a arrancar la anilla de la granada que García Egea tenía como plan B. Y filtró a la prensa la de espías. La batalla continúa, pero el Rambo de Valladolid está seguro de haber cumplido otra vez su misión.