Alberto Núñez Feijoo ya es la nueva cara de la alternativa a Pedro Sánchez en España. Sevilla no es territorio apto para sorpresas y el gallego hizo honor a su autodefinición de «previsible». El nuevo PP es, en realidad, una recuperación de las esencias del viejo. Feijoo aprendió las claves de la gran política de los ganadores de la formación popular. Debutó con Manuel Fraga en Galicia, fue reclutado por Jose María Aznar para dirigir primero el Insalud y luego Correos en su primer Gobierno, y regresó a Galicia para refundar el PPdeG tras el bipartito que jubiló al propio Fraga. A su lado, primero como mentor y más tarde como amigo, ha estado siempre José Manuel Romay Beccaría, que también lo ha sido todo en el PP, excepto presidente del Gobierno.
Por eso, Feijoo ha proclamado como mantra el espíritu ganador de ese Partido Popular con el que pretende derrotar a Pedro Sánchez, frenar a Vox y responder al «hambre de cambio» que aseguró este mismo sábado haber detectado en la sociedad.
Por delante queda un máximo de veinte meses de legislatura, con unas elecciones andaluzas y el gran desafío de las municipales y autonómicas del mes de mayo del año que viene, el gran termómetro que medirá las posibilidades reales del de Os Peares de llegar a la Moncloa a la primera.
Por eso, el previsible Feijoo ha echado mano de perfiles moderados, con amplia experiencia y sin grandes enemigos en el partido. Tampoco fuera. González Pons transmitirá el mensaje de la formación popular sin exabruptos y acentuará el perfil centrista del PP. Cuca Gamarra aportará oficio parlamentario y no eclipsará al nuevo líder. Elías Bendodo blinda el eje Galicia-Andalucía y difumina el afán de protagonismo de Isabel Díaz Ayuso y su estrategia de choque permanente con Pedro Sánchez y el comunismo.
Todo ello, aderezado con un equipo de leales que le han acompañado en su gestión en Galicia en los últimos trece años y que le permitirán aterrizar sin sobresaltos en el hormiguero mediático madrileño donde triunfan más los mensajes de polarización que las recetas pausadas que le han otorgado a Feijoo cuatro mayorías absolutas desde el 2009, hecho inédito en la Europa occidental.
En el gabinete de la Moncloa ensayan ya una nueva fórmula para contrarrestar el empuje demoscópico de Feijoo. El líder del PP ha frenado la sangría de votos hacia Vox y la primera encuesta publicada esta semana, en la víspera del congreso de Sevilla, vuelve a dar la mayoría absoluta al centroderecha. El fantasma de Vox ha perdido efecto como activador del electorado —véase Castilla y León— y la crisis económica puede hacer que el valor de un gestor con prestigio se refuerce frente a los bandazos de una coalición que tiene recetas contradictorias para frenar el estallido social en las calles. Núñez Feijoo ya fue el precursor del «ni de derechas ni de izquierdas». Y ha sido capaz de recibir a la vez la bendición de Rajoy y Aznar.
El nuevo líder del PP ya ha recosido el partido —al menos de puertas hacia afuera— y ahora tendrá que encontrar un discurso capaz de movilizar a su electorado. Su sueño de ser presidente del Gobierno acaba de empezar.