La ANC aguanta el pulso a Aragonès y le desafía: «Independencia o elecciones»

Cristian Reino, Colpisa BARCELONA

ESPAÑA

Pau Venteo | EUROPAPRESS

Unas 150.000 personas acuden a la manifestación de Diada, marcada por la ausencia del presidente catalán y de ERC

12 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Unas 150.000 personas de acuerdo a las cifras de la Guardia Urbana, 700.000 según los organizadores, se manifestaron este domingo en Barcelona para reclamar la independencia y para cargar contra el Govern y la mesa de diálogo. La Diada de la discordia y la división dejó la imagen de una manifestación multitudinaria, pero con mucha menos gente que durante los años del procés, en que se reunían cientos de miles de personas. Fueron menos y más radicalizados, con más esteladas que senyeras.

La marcha estuvo marcada por el color negro de las camisetas (de la no rendición, según los organizadores) y por las ausencias. No acudió el presidente de la Generalitat por primera vez desde 2015, tampoco los consejeros del Gobierno de ERC y no participó el partido mayoritario del secesionismo (ERC). En cambio, sí estuvieron los consejeros de Junts y todos los demás partidos independentistas (Junts y la CUP). Los republicanos plantaron la marcha porque consideraron que se había convocado contra ellos. Se les abucheó y pitó durante todo el día, se pidió la dimisión de Pere Aragonès y se reivindicó la presidencia de Carles Puigdemont. «O DUI o dimisión», rezaban las pancartas, en negro, que distribuyeron a los participantes. «Botiflers [traidores], ni aquí ni en Madrid», decían en el anverso.

En su discurso, la presidenta de la entidad convocante, la ANC, lanzó un desafío al presidente del Gobierno catalán. ERC había presionado a la responsable de la Asamblea para que pusiera el foco de las críticas en el Gobierno central y no en el catalán, pero Dolors Feliu ignoró las llamadas de los republicanos y, como sus antecesores, disparó a diestro y siniestro. Y cargó toda la presión sobre el Ejecutivo catalán: «O independencia o elecciones», afirmó, mientras el público coreaba «Govern dimisión». «Los falsos diálogos no engañan a nadie», dijo. «Intentan que no nos manifestemos, que seamos pocos y no se nos oiga ni se nos vea. No nos harán callar, queremos la independencia», cargó contra Esquerra.

QUIQUE GARCÍA | EFE

Salto a la política de Asamblea Nacional Catalana

Con la ausencia de ERC, la marcha se había planteado como un pulso entre Aragonès y la ANC. Los republicanos evitaron llamar a la movilización y no ganaron el envite contra la Asamblea Nacional Catalana, lobby independentista que ha actuado como motor movilizador durante el procrés y que ahora amenaza con dar el salto a la política institucional, liderando una lista electoral, que podría contar con el apoyo de Laura Borrràs si rompe Junts. Feliu presentó este domingo en sociedad esta posible lista y formalizó la amenaza. «Si los partidos no hacen la independencia, estamos determinados para hacerlo nosotros con una lista cívica», advirtió.

ERC había tratado de desmovilizar al independentismo para esta Diada. No lo consiguió. La asistencia no fue la de otros años, pero sí superó a las ediciones de 2020 y 2021, celebradas en un contexto de pandemia. La ausencia de ERC quizá pudo provocar el efecto contrario al deseado por los de Junqueras.

Govern más débil

Tras la manifestación, el Gobierno catalán sale más debilitado. Aragonès buscaba que la desmovilización refrendara su apuesta por la mesa de diálogo. Aunque las encuestas señalan que solo el 11% de los catalanes apuestan por la vía unilateral que exige la ANC, el Govern tendrá ahora que lidiar con la crisis con Junts y con la amenaza de una posible cuarta vía en el secesionismo, que puede empujar a Junts a radicalizar su discurso. El Govern está en el aire.

La Diada de este año no deja bien al independentismo. La participación va a menos y el ambiente es de división absoluta. La fractura, no obstante, no es completa, porque ERC y Junts aún gobiernan juntos, y aún existen puentes en el movimiento, como se pudo comprobar en el acto que organizó por la mañana Òmnium Cultural, al que acudieron todos los partidos secesionistas y las entidades. Su presidente, Xavier Antich, aprovechó para pedir unidad y advertir de la tendencia cainita hacia la «autodestrucción» del movimiento independentista. Según Antich, el «ciclo» del procés ya no sirve y a su entender es necesario abrir uno nuevo con «nuevas sensibilidades y nuevas voces».

La tensión en Diada empezó ya en la medianoche del viernes en el Fossar de les Moreres (Barcelona) y continuó en la ofrenda floral en la estatua de Rafael de Casanova. En ambos actos, hubo pitos, gritos e insultos entre los independentistas. Buena parte de la bronca se la llevó ERC, pero también Junts y el PDECat. En la tensión de la noche, una periodista gráfica fue agredida.