«Si los guardias civiles no se van, los habrían matado», relatan agentes que vivieron la tragedia de Melilla
ESPAÑA

Los policías aseguran que no olvidarán aquel día por la enorme violencia de los subsaharianos
04 dic 2022 . Actualizado a las 13:38 h.Aquella mañana del 24 de junio le partieron el pómulo izquierdo de una pedrada. Tuvo que ser trasladado de urgencia a Málaga y estuvo de baja hasta el 12 de agosto. El guardia civil herido de más gravedad en el salto masivo y mortal de aquel viernes dijo en su declaración ante la Fiscalía que esa embestida d fue la más «más violenta» de sus 22 años de servicio en la Comandancia de Melilla. «He participado en numerosas actuaciones de contención [de inmigrantes intentando violentar la valla, pero que ninguna se puede comparar con la del 24 de junio», llegó a afirmar ante la fiscal de Sala Coordinadora de Extranjería, Beatriz Sánchez Álvarez, que investiga aquellos sucesos.
«Fue de una beligerancia, hostilidad y violencia inusitada por parte de la masa de subsaharianos […], estaban dispuestos a pasar por encima de los guardias civiles a costa de las vidas de los agentes, con tal de poder acceder a territorio nacional», relató.
Él era parte del pseudopelotón (solo un sargento y tres guardias) de Seguridad Ciudadana que, en un principio, fueron la única barrera para evitar que los 1.700 indocumentados entraran en España intentando forzar la cancela del paso de Barrio Chino, en la que murieron en la avalancha decenas de migrantes (23 y 72 personas, según diferentes fuentes).
El agente dijo que «afortunadamente» recibieron la orden de retirarse porque no había nada que hacer ante aquellos centenares de inmigrantes que, perfectamente divididos en tres grupos (los que rompieron la cancela, los que alejaban a los guardias con lanzas improvisadas y los que hostigaban a los funcionarios españoles con una lluvia de piedras) estaban decididos a entrar a la fuerza en España. «De haber permanecido en el lugar habría perecido a manos de los subsaharianos», concluyó.
«No he visto cosa igual»
«El compañero no exageró una coma. Fue bestial. Y mira que aquí estamos acostumbrados a ver de todo. Si no se marchan de la verja los habrían matado. Te aseguro que a un chaval joven que ha atravesado media África entre meses de penalidades no le para nada», relata uno de los compañeros del herido en la comandancia y que fue parte de los refuerzos movilizados aquella mañana (llegó a haber 80 guardias civiles y 40 agentes de la Policía Nacional y Policía Local).
«No les para nada», remacha otro de los funcionarios de Seguridad Ciudadana entrevistado. «El pelotón de la verja se empleó con todos sus medios, les rociaron con [gas] pimienta… pero fue como si un mosquito picara a un elefante. Nada», relata este agente que se incorporó al despliegue solo minutos después de que a las 8.43 horas del viernes los inmigrantes lograran reventar con una radial y mazas la cancela.
«Yo no he visto una cosa igual en mi vida. Eran un ejército perfectamente organizado. Mientras nos apedreaban desde lo alto, otros nos lanzaban palos, nos amenazaban con los garfios que les fabrica un paisano de Nador para estos asaltos y con unas varas de más de un metro acabadas en punta… heces, ácido, orines, y piedras y más piedras… hachas, mazas, cal viva...»
«Es cierto. Se enfrentaron a una violencia extrema nunca vista. En algunos lugares tuvieron que recular porque les iban a pasar literalmente por encima. Lo del 24 de junio no tiene precedentes», explica Agustín Leal, secretario de comunicación de Jucil, el mayor colectivo profesional del instituto armado. Leal además cree que asaltos como este se pueden repetir.
«A sangre y fuego»
En la batalla campal del 24J solo hubo 40 funcionarios expertos en contención de masas, miembros del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS). Incluso a ellos, afirman, las imágenes de aquel día les han quedado grabadas «a sangre y fuego para siempre». «Los inmigrantes directamente se están jugando todo su futuro en unos minutos y son imparables. No responden a las técnicas de dispersión. Tan simple como eso. Nada sirve», relata uno de los GRS que estuvo aquel día en la valla, no en la cancela, donde se produjeron los ataques más virulentos contra el pelotón policial que casi acaba sepultado literalmente bajo las piedras.