Sánchez y Abascal tratan de convertir la moción de censura en un ariete contra Feijoo

LOURDES PÉREZ, JAVIER ARIAS MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Abascal y Tamames, el pasado jueves en el Congreso.
Abascal y Tamames, el pasado jueves en el Congreso. Javier Lizón | Efe

Ambos atacarán a un líder del PP que no irá al Congreso de los Diputados

20 mar 2023 . Actualizado a las 00:14 h.

«Estoy durmiendo mejor que nunca», se jactó Ramón Tamames en una entrevista con Colpisa nada más aceptar la propuesta de Vox para llevar la voz cantante en la segunda moción de censura de la extrema derecha contra Pedro Sánchez esta legislatura. No se sabe cómo descansan ni los promotores de la iniciativa ni el resto del arco parlamentario, que bascula entre quienes se toman la moción con gesto grave —la vicepresidenta Díaz la interpretó este domingo como una prueba de «deterioro democrático»— y quienes la asumen como un esperpento obligado.

Pero más allá de que el insomnio vaya por barrios y del impredecible efecto político que pueda inducir una censura baldía, sus prolegómenos sitúan en el epicentro del debate a quien no estará en él: el líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, diana tanto de Sánchez como de Abascal.

La fragmentación electoral que acabó con el bipartidismo matizado, fundamentalmente, por los nacionalismos institucionales periféricos ha desencadenado el doble de mociones de censura desde el 2017 —cuatro— que las registradas en todo el período democrático previo. Y solo la que ganó Pedro Sánchez, la única que ha prosperado desde 1978, vino a responder al duelo clásico entre el PSOE y el PP, aunque el líder socialista acabara desalojando del poder a Mariano Rajoy gracias a la inédita amalgama de grupos que lo avalaron. Las otras tres mociones de estos últimos seis años —la de Podemos contra Rajoy y las dos de Vox contra Sánchez— han ido nominalmente contra el presidente de turno, pero tenían, en realidad, otro objetivo: en el caso de los morados, postularse como alternativa frente a un PSOE entonces en horas bajas; y en el caso de los de Abascal, señalar a un PP supuestamente acobardado frente a la izquierda.

Primero, el del defenestrado Pablo Casado; ahora, el de un Feijoo que no se ha movido de su anticipada intención de abstenerse y que hará mutis del debate pese a poder acudir al mismo en su condición de senador.

Tanto la ultraderecha como la Moncloa se escudan esta vez en la luz de gas de la candidatura de Tamames para intentar incomodar al PP y estrecharle los márgenes a dos meses del 28M.

La iniciativa de Abascal y los suyos ha permitido a los socialistas rescatar el miedo a la derecha como palanca de activación de voto en el trance más crítico de la legislatura por las grietas con Unidas Podemos; agitar su modelo «para la mayoría» por oposición a las políticas regresivas que, a su juicio, traería consigo una eventual alianza PP-Vox que Ferraz da por hecha si suman para gobernar; y echar en cara a Feijoo que se arruga ante la extrema derecha al abstenerse en vez de votar no como hizo Casado con un encendido discurso frente a Vox.

«De rodillas», según Bolaños

Este domingo, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, explotó la tesis de que la inhibición del líder del PP en el pleno que empieza el martes anticipa lo peor: esto es, futuros pactos en las instituciones con la extrema derecha para desmontar las políticas de progreso. Si Feijoo está ahora «de rodillas» ante el partido de Abascal es porque irá también «de rodillas» a por su apoyo poselectoral.

Vox coincide en apuntar contra el jefe de filas del PP por tibio, pero en su caso para acusarle de templar gaitas en busca del centro e intentar hacerse fuerte como «la derecha auténtica» cuando las encuestas constatan el mordisco a sus expectativas que le están dando los populares aglutinando voto útil.

Feijoo ha decidido correr el riesgo de jugar la moción como si ésta fuera inane. Verá desde la barrera de la distancia cómo sus rivales atacan a un ausente, persuadido de que la pinza le refuerza, de que el único duelo que cabe ganar a Sánchez es el inmediato del 28M y de que Vox está a punto de meterse —así lo precisó este domingo Elías Bendodo— «un gol en propia puerta».

Los roces de Tamames con el partido que le hizo candidato 

Los de Santiago Abascal no llegaron nunca a imaginar que el propio Tamames iba a ser quien airease las discrepancias que separan a ambas partes: 

Autonomías y «nación catalana». Vox es el único grupo del Congreso que defiende poner fin a las autonomías por «representar un gasto superfluo para el Estado». Los de Abascal también reivindican la ilegalización de partidos nacionalistas o independentistas. El que fuese teniente de alcalde con Tierno Galván en el Ayuntamiento de Madrid continúa siendo un firme defensor de la descentralización. Tras el 1-0 del 2017 llegó a proponer renombrar Cataluña como «nación catalana». Tampoco aboga por ilegalizar formaciones soberanistas. 

Aborto. El partido ultraderechista pide sustituir la actual ley del aborto por «políticas públicas que protejan a la mujer embarazada y al concebido no nacido». Tamames sí que se mostró hace años a favor de defender el aborto en los casos de síndrome de Down. El economista consideraba un «disparate» no facilitar la interrupción del embarazo en circunstancias similares a esa. 

Figura de Sánchez. En Vox han llegado a referirse a Sánchez como «el líder de una banda criminal» y «el peor presidente del Gobierno en 80 años de historia». «Autócrata», «sátrapa», «traidor», «sociópata» o incluso «‘Führer'» son algunas de las palabras gruesas que le han dirigido en los últimos años. Tamames reconoce «tener cierta estima» al líder socialista y no ser «particularmente crítico» con él. 

Lucha contra la crisis climática. Vox es único partido español que ridiculiza las conclusiones de la ciencia sobre este desafío mundial, al que se refiere como la «religión climática». El economista y profesor sí cree en la necesidad de luchar contra el cambio climático. Ha llegado a afirmar que el 80 % de los afiliados de Vox están a favor de luchar por el medio ambiente. 

España y el uso de la bandera. Vox rechaza el concepto de plurinacionalidad y ha convertido la bandera española en una de sus insignias. Tamames ha llegado a criticar el «uso excesivo» que, a su juicio, hacen los de Abascal de la bandera nacional. 

Feminismo. El discurso del partido ha colocado en su diana lo que denomina la «ideología de género», oponiéndose sistemáticamente a todas las medidas encaminadas a la igualdad y al avance del feminismo. A sus 89 años, el exdirigente del PCE ha defendido los avances «admirables» logrados por las mujeres en los últimos cien años y se ha mostrado en contra de derogar la ley contra la violencia de género. 

Inmigración. Vox propone la expulsión de España de todos los inmigrantes ilegales y de aquellos extranjeros que cometan graves delitos contra la vida de las personas o los «símbolos de la nación». Para Tamames la expulsión de inmigrantes ilegales sería «condenar a España a la despoblación acelerada».