Jean-Michel Casa, embajador de Francia en España: «El corredor atlántico, con el avance que tenemos, no estará terminado antes del 2040»

ESPAÑA

Jean-Michel Casa, embajador de Francia en España
Jean-Michel Casa, embajador de Francia en España Sandra Alonso

«No puede haber un pensamiento mágico de que se quieran renovables sin afectar al paisaje», dice sobre la eólica marina

27 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El nacimiento del Picasso artista trajo, por fin, al embajador francés a Galicia. Era la única comunidad que le faltaba por conocer a Jean-Michel Casa (Rabat, 1957). Visitó en Vigo Stellantis, estuvo en A Coruña por la exposición que se inauguró sobre el artista y se reunió en Santiago con el alcalde, Sánchez Bugallo, y el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. En el Obradoiro reconoce haberse quedado absorto contemplando la catedral. «Galicia es la más lejana de Madrid y todavía hay poca comunicación de tipo AVE», lamenta.

—Es uno de los temas que trató con el presidente Rueda, quien reclama el desarrollo del corredor atlántico. ¿Cree factible conectarlo a la red francesa en 2030?

—El corredor atlántico es un ideal, pero todavía no se ha concretado nada. Falta la unificación entre Palencia y el País Vasco, por ejemplo. Hay un enorme problema de cómo definir la mejor conexión entre Ourense y León, con las montañas que hay.

—¿Francia esperará a que España avance en la construcción de su red interna hacia la frontera?

—No, vamos a avanzar. Pero el corredor atlántico, entre Galicia y el País Vasco, no es para mañana. Estamos en un horizonte para después del 2030 con las obras de gran envergadura que se van a necesitar. Que yo sepa, no hay un trazado ya cerrado. Lo veo difícil antes del 2040. No llegaremos de nuestro lado tan atrasados. Siendo objetivos, tenemos las cosas más avanzadas y con un horizonte más cercano al 2030 del lado mediterráneo. Ya estaba previsto y faltan pocos kilómetros, unos 150, entre Perpiñán y Montpellier.

—El mediterráneo llegará antes.

—Sí, está más avanzado desde hace más tiempo. Nos hemos quedado atrasados en el suroeste de Francia. Pero no solo hacia España, sino dentro de nuestra propia red. Fue impulsada recientemente por el ex primer ministro Jean Castex.

—De hecho, entre Burdeos y Dax tienen un informe que sitúa su conexión en el 2042.

—El informe es consultivo, no es una decisión del Gobierno. Pero, francamente, con nivel de avance de los proyectos no estará terminado antes del 2040. Y, además, toda la zona al sur de Bayona no será de alta velocidad real al ser una zona tan turística. Lo importante es avanzar hacia Dax, pero la verdad es que en la cumbre franco-española [celebrada en enero] nunca se habló de un horizonte 2030 para esta parte. Porque no es realista.

—¿Buscarán acelerarlo con más financiación de Bruselas?

—Forma parte de las redes transeuropeas. Lo haremos, por supuesto, en colaboración con el Gobierno español para el corredor mediterráneo. Pero la conexión con País Vasco, llevará más tiempo. Entiendo que Rueda sea solidario con el lehendakari Urkullu, pero falta mucho para llegar de Galicia al País Vasco.

—Ha visitado la factoría de Vigo Stellantis. ¿Preocupa la falta de inversiones en la planta?

—Stellantis es un gran conglomerado internacional, pero aún tiene corazón francés. La planta se ha modernizado muchísimo. Ha habido inversiones para la transición ecológica, con ayudas europeas. Claramente, sufre de los problemas de todo el sector de la automoción en cadenas de suministros. La visita, aun así, me transmite gran optimismo.

—El presidente gallego le habrá mostrado también su inquietud por la lentitud en el uso de esos fondos europeos.

—No me meteré en discusiones entre administraciones por la gestión, pero hablamos de miles de millones de euros con reglas europeas muy cautelosas. Se requieren unos criterios muy precisos. España ha sido el país que más rápido recibió los fondos, pero hay un elemento de complejidad que viene de discutir entre ministerios y administraciones regionales, aunque soy optimista. Insisto, es complicado en todos los países miembros.

—¿Puede haber problemas si no llegan pronto más fondos?

—No, no he sentido una preocupación importante en ralentizar los proyectos de Stellantis. Hablamos de retrasos de meses, pero la transición energética tiene como horizonte 2035, tal vez más tarde por algunos países que quieren una transición más lenta. Queda tiempo para gastar y hacerlo bien, de forma seria y controlada.

—Hablando de transición energética, en el Parlamento se está debatiendo mucho sobre eólica marina y el impacto en la pesca. ¿Cuál es la experiencia en Francia?

—Lo tenemos muy avanzado. Hay un plan desde hace años, pero no es fácil. Técnicamente, son construcciones a 30 kilómetros de la línea de costa y manejando electricidad bajo agua. Después, hemos tenido problemas con el sector pesquero. El más avanzado es en Bretaña y manejado por Iberdrola. Hubo mucha contestación del sector pesquero. Protegiendo bien las áreas, aparentemente, la eólica y la pesca son compatibles. Es muy complicado avanzar con determinados sectores ecológicos, que quieren transición verde pero que no les gustan las eólicas que hacen ruido o dañan el paisaje. Hay que elegir, no puede haber un pensamiento mágico de que se quieran renovables sin afectar al paisaje. En Francia también nos pasa eso: algunos quieren transición ecológica pero sin la polución visual y sonora de los eólicos.

«Las protestas son normales, lo preocupante es la radicalización»

Francia encadena varias jornadas de protestas por la reforma de pensiones, que eleva la edad de jubilación de 62 a 64 años y provoca el rechazo de la mayoría de la población. «Es una reforma que intenta ser justa para salvar el sistema», advierte.

—¿Hay una fractura social?

—Las protestas son normales, lo preocupante es la radicalización: violencia, agresión a la policía, escenas de insurrección... Eso no es crispación social, es utilización de la tensión social para provocar facturas.

—Crecen los extremismos.

—Tenemos que estar preocupados. Hay una extrema derecha muy potente, que intenta institucionalizarse para aparecer como buenas personas. Por otra parte, una izquierda dominada por un movimiento muy populista: para ellos todo se soluciona sin más impuestos, sin más cotizaciones y más gastos. Eso es más deuda a las futuras generaciones.

—¿Cómo está la relación entre Francia y Alemania?

—La pareja francoalemana es fundamental porque es hija de la reconciliación de dos países enfrentados por las armas. Ahora hay discrepancias por los coches a combustión, las interconexiones o el uso de energía nuclear. No es tan grave. Hay que tener en cuenta las diferencias de color político, pero trabajamos y negociamos juntos para alcanzar acuerdos a nivel europeo. Entre ellos, la invasión en Ucrania: tenemos que mantener nuestra posición ante una guerra ilegítima. Debemos responder de forma firme, con entrega de armas y apoyo político y financiero a Ucrania hasta que Rusia se convenza de que debe frenar la agresión.