Sánchez aspira a convertir el fracaso del líder del PP en un catalizador de su reelección

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Juan Carlos Hidalgo | EFE

Los socialistas descartan que Feijoo sea presidente y quieren ir a la investidura en octubre para que el nuevo Gobierno eche a andar a principios de noviembre

24 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Al PSOE no le ha resultado todo lo fácil que le habría gustado permanecer este mes de septiembre fuera de foco para trabajar entre bambalinas su controvertido acuerdo de investidura con Carles Puigdemont, un actor político al que hace tan solo dos meses negaba la mínima legitimidad, en torno a la amnistía del procés, una medida legal que una y otra vez tildó de inconstitucional durante la legislatura pasada. Sin embargo, en la dirección del partido creen que, como preveían, van ganando la partida abierta tras el 23J, tanto por mérito propio como por demérito de su rival, y aspiran a convertir el fracaso de Alberto Núñez Feijoo, cuando esta semana pida al Congreso su confianza para ser presidente, en el catalizador definitivo para retener la Moncloa.

El ruido provocado por la oposición de veteranos socialistas como Felipe González y Alfonso Guerra a una cesión que, a su juicio, dañará los cimientos mismos del Estado de derecho puede haber hecho mella en una parte del electorado, pero, desde luego, no en las estructuras del partido. Incluso cuadros medios de territorios con cierto sesgo conservador, como Castilla y León o Extremadura, cierran filas con Sánchez, a la espera de conocer los detalles, bajo la premisa de que el objetivo final es la pervivencia de un Gobierno «progresista» que consolide los «avances sociales y de derechos» y haga frente a la ultraderecha.

Los llamamientos del PP a la rebelión interna han provocado, además, un claro efecto aglutinador. No solo el andaluz Juan Espadas o el valenciano Ximo Puig han descartado las deserciones. También el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page -el único barón que, junto al aragonés Javier Lambán (ya de salida), ha censurado los planes de Sánchez- ha dejado claro que la disciplina de voto no se romperá. «El Gobierno de España no puede estar sometido a tamayazos», advirtió este jueves tras un contacto con Feijoo. En el círculo de Sánchez siempre han tenido claro el guion a seguir, pero se relamen ante una gestión de los tiempos por parte del líder de la oposición que no ha hecho, creen, sino beneficiarles. «No ha acertado en nada», sentencia uno de sus principales colaboradores. A su juicio, el líder del PP se equivocó al optar por esperar hasta el 27 de septiembre en lugar de someterse a una investidura inmediata tras la designación del rey como candidato. Han transcurrido cinco semanas en las que su posición, dicen, solo se ha debilitado. «Los vaivenes con ver o no a los nacionalistas, la manifestación a rastras de Aznar, el debate de las lenguas y las tonterías de (Borja) Sémper... La sensación de descontrol es continua y sus agresiones al resto de partidos les dejan pegados a Vox y aislados del resto», concluye.

Segunda victoria

En el lado opuesto, los socialistas se anotaron el jueves la segunda gran victoria parlamentaria de la legislatura, tras la de la constitución de la Mesa, con 180 votos -cuatro por encima de la mayoría absoluta- a favor de la reforma del Reglamento que permitirá el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso en pie de igualdad con el castellano. Otra cesión ante los soberanistas a la que el PSOE se opuso hace un año, también con argumentos constitucionales, reconvertida ahora en hito a favor de la convivencia. El Gobierno da ya por sentado que, como ha ocurrido con tantos otros cambios a lo largo de la democracia, el PP jamás lo deshará pese a su actual beligerancia. El reconocimiento de Junts y del propio Puigdemont, tanto ante este viraje como ante la defensa de la oficialidad del catalán en la UE, abonan el optimismo de Sánchez sobre su reelección. En su entorno más próximo hay quien aún mantiene cierta cautela y reconoce que la pugna entre ERC y Junts puede dificultar las cosas. Desde el Ejecutivo en funciones se sostiene que los de Puigdemont, muy críticos con el posibilismo de los republicanos en la pasada legislatura, están rebajando posiciones, pero admiten que no están todavía donde ellos pretenden. Para el PSOE la amnistía será difícil de justificar si la otra parte no renuncia a la unilateralidad. «Esto es incómodo, para nosotros y para ellos», apuntan.

La tesis de los socialistas es, en todo caso, que ni ellos ni sus eventuales socios quieren ir a una repetición electoral, conscientes de que podrían perder su posición de fuerza. La cuestión es cómo de rápido se desencadenarán los acontecimientos. Sánchez desea poder ir a una investidura cuanto antes, a poder ser en octubre, para intentar aprobar los Presupuestos del 2024 como tarde a principios de enero. Sería la forma de garantizarse, sobre el papel, un año de estabilidad. Los suyos creen que es posible, aunque reconocen cierta incertidumbre. «Ellos tienen que girar un trasatlántico», describe muy gráficamente un miembro del Ejecutivo.