Sánchez perdona a Cataluña 15.000 millones, más que el presupuesto anual de la Xunta

Carlos Punzón
Carlos Punzón VIGO / LA VOZ

ESPAÑA

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. chema Moya | EFE

Con la cantidad condonada, Galicia zanjaría toda su deuda. La cifra a la que aspira Junts es 35 veces el presupuesto gallego

03 nov 2023 . Actualizado a las 21:13 h.

El nacionalismo e independentismo catalán tiene un sueño previo a su aspiración territorial: un concierto económico propio como el vasco o el navarro, para recaudar cuanto impuesto estatal se pague en su comunidad y luego negociar un cupo de compensación al Estado, una cantidad, por tanto, sujeta a un continuo tira y afloja. La singularidad fiscal es para Junts y ERC una baza de extrema importancia, una regla que le excluiría del debate general, en el que precisamente sigue pendiente desde hace once años sobre la financiación autonómica. Ese trato distinto favorecería las negociaciones exclusivamente bilaterales, un escalón más que les diferenciaría del resto de las comunidades autónomas.

El 70 % de los catalanes manifestaron a finales del año pasado en una encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat que un concierto económico sería la solución a los problemas de su comunidad, prefiriendo dicha fórmula a la condonación del déficit fiscal, alcanzar la soberanía o mantener el sistema de financiación actual.

En la argumentación hacia ese escenario, Junts ha dado un oxígeno renovado a la idea de que España mantiene una deuda histórica con Cataluña, de que su comunidad aporta más que el resto a las necesidades de todo el Estado. Y en los albores de las negociaciones de investidura que semejan llegar a su fin, el partido de Carles Puigdemont puso una cifra a esa demanda: 450.000 millones de euros. La demanda, que está registrada y por tanto oficializada en el Parlamento desde septiembre y que quedará en el debe para futuras negociaciones, equivale nada menos que a 35 veces el presupuesto con el que funciona la Xunta este año (12.620 millones de euros), o dicho de otra forma, el dinero que permitiría gestionar la Administración gallega hasta mediados de siglo.

Las cifras de la factura

La cifra mágica catalana se construye en base a 50.900 millones de euros en los que calcula el déficit en materia de infraestructuras que asegura Junts tiene el Estado con Cataluña; 375.000 millones más en partidas sociales, y otros 30.000 millones en pensiones de los últimos 40 años que entiende no han sido correctamente atendidas. El órdago a la grande tiene una fórmula más fácil de atender en su cuantía y que ayer se convirtió en punto de encuentro definitivo entre el PSOE y ERC: el perdón de parte de la deuda acumulada a cuenta de los Fondos de Liquidez Autonómica (FLA), el mecanismo de préstamo aprobado por el Gobierno de Mariano Rajoy en el 2012 para que las autonomías redujesen con fondos estatales las deudas con sus proveedores. El FLA catalán sumaba al final del primer trimestre del 2023 unos 71.852 millones de euros tras haber recibido en la última década casi 100.000 millones, el 40 % del liberado desde las arcas del Estado en la citada vía creada en favor de las autonomías. Gracias al pacto de investidura con ERC, Pedro Sánchez perdonará a Cataluña 15.000 millones de euros del acumulado como deuda en ese FLA, o lo que es lo mismo, le perdona 2.380 millones de euros más que los manejados este año en el presupuesto de la Xunta, o lo que todavía supondría un agravio mayor, la cantidad condonada a Cataluña supondría borrar de un plumazo la deuda total de Galicia (12.333 millones) y aún le quedarían 2.667 millones más, casi suficientes para borrar por si solo el saldo pendiente de Galicia con el FLA (2.759 millones). Y si el agravio con la deuda genera desequilibrios territoriales, el acuerdo con ERC de traspasar el servicio ferroviario de cercanías, financiación para gestionarlo y costear las obras necesarias para mejorar su calidad, no tiene parangón en comunidades como Galicia. Frente a las Rodalies catalanas, los gallegos no disponen de un tren de cercanías, como en cambio sí gozan también asturianos, cántabros, vascos, madrileños, malagueños, murcianos, alicantinos, sevillanos, valencianos o zaragozanos. Es el momento de las comparaciones.

Obsesión por un relator, la clave con la que Puigdemont trata de internacionalizar su pulso

Una de las carpetas puestas encima de la mesa por Junts no tiene coste ni supone ceder competencias pero, en cambio, puede llegar a tener una relevancia exterior que no alcanzaría ni el dinero ni una cuota mayor de autogobierno. Carles Puigdemont mantiene su obsesión por integrar en las relaciones entre Cataluña y el Estado la figura de un mediador, un relator internacional que de fe del cumplimiento de los acuerdos que ahora se suscriban a cuenta de la investidura y del avance de la comunidad catalana hacia un nuevo escenario de mayor independencia institucional.

La figura del relator fue admitida por Pedro Sánchez en el 2019, e incluso se barajaron nombres para ese papel como el del que fuera presidente del Parlamento Europeo Martín Schulz, o José Múgica, expresidente de Uruguay. En parte del PSOE, admitir la necesidad de un árbitro internacional, fue entendida como un equivalente a reconocer la existencia de un conflicto entre iguales, dar al Ejecutivo central el mismo nivel que al autonómico. A Sánchez no le quedó más que frenar y acabar convocando elecciones tras rechazar Junts y ERC apoyar sus presupuestos. Ahora vuelve a demandarse la figura del relator, habrá que ver si de manera suficiente como para volver a romper la cuerda.