Un discurso ejemplar que ojalá se cumpla

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

ESPAÑA

Felipe VI, rey de España.
Felipe VI, rey de España. Raúl Terrel | EUROPAPRESS

29 nov 2023 . Actualizado a las 23:44 h.

Felipe VI nos ha acostumbrado a la normalidad. Más allá de las querencias republicanas o monárquicas de cada uno, podemos coincidir en que entona sus discursos siempre ajustándose al momento y sabiendo colocarse por encima de las mediocres peleas políticas que piensan más en las próximas elecciones que en las siguientes generaciones. Lo hizo aquel 3 de octubre del 2017 alzando la voz ante el disparate secesionista de los partidos independentistas catalanes, algo que aún escuece entre quienes tienen como principal objetivo dinamitar el régimen del 78, o sea la Constitución que nos guía desde hace 45 años. Y lo volvió a hacer este miércoles en el arranque de la XV legislatura con varios mensajes contundentes que ni el habitual cuidado de Moncloa para no ofender a sus socios ha sido capaz de poner pegas.

Lo primero que hizo Felipe fue un llamamiento a una España «sólida y unida» en un momento donde lo que parece primar es el reparto del botín de la caja común para contentar a quien tiene los votos para garantizar la presidencia. Lo segundo, reivindicó la Constitución como marco de convivencia en una etapa en la que se ciernen sobre la Carta Magna amenazas como la aprobación de la ley de la amnistía o los ataques a la integridad territorial. Y finalizó con una petición a nuestros políticos que, seguro, suscribimos la mayoría: que se preocupen del bien común y del bienestar de todos los españoles poniendo por encima de cualquier otro precepto esa igualdad que cada vez parece alejarse más.

El discurso del rey recibirá las críticas de quienes ya las tenían escritas de antemano, como el BNG o Bildu, y de aquellos que no se ven suficientemente atendidos o representados en su demanda. Pero la radiografía de Felipe VI en su intervención es tan precisa que solo cabe desear que sus buenos deseos contagien a la clase política. De momento, Francina Armengol no se dio por enterada. Solo le preocupaba la coalición.