La líder republicana tilda de «victoria» su regreso tras el archivo de Tsunami
13 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El regreso de Marta Rovira ayer a Cataluña tras más de seis años en Suiza se convirtió en un aquelarre independentista, una fiesta que sirvió para levantar el ánimo de la alicaída militancia de Esquerra, poco dada a celebraciones en los últimos tiempos. Pasadas las ocho de la mañana, los cinco investigados por el caso Tsunami Democràtic, que instruía el juez Manuel García-Castellón hasta que la Audiencia Nacional le forzó a archivarlo por un error procesal, atravesaron la frontera de La Junquera sin ser detenidos por la policía. Junto a Rovira, ponían los pies en el Principado por primera vez desde que huyeron de España el diputado autonómico Rubén Wagensberg; el vicepresidente de Òmnium Cultural, Oleguer Serra; el empresario Josep Campmajó y el periodista Jesús Rodríguez.
A su llegada a la pequeña localidad gerundense de Cantallops, donde les esperaban unas 300 personas, entre allegados, dirigentes independentistas y nostálgicos del procés, Rovira dejó claro su propósito: «Estamos aquí para acabar el trabajo que dejamos a medias». La secretaria general de ERC aseguró que su retorno es una «victoria» para el movimiento secesionista catalán: «Hace demasiados días que el independentismo no celebra nada; lo tenemos que celebrar, debe ser una dosis de energía positiva para volvernos a levantar».
«¿Me veis cara de terrorista?»
En su primer acto público en España, recordó que huyó del país después de ser acusada de rebelión, delito que al final se quedó en sedición en las condenas a los líderes del procés. Más tarde, se abrió la causa de Tsunami, a raíz de las protestas tras la sentencia del 1-O, que García-Castellón tipificó como un posible delito de terrorismo, situando a la líder de ERC al frente de la trama que ejecutó el bloqueo del aeropuerto de El Prat, entre otras acciones. «¿Me veis cara de terrorista?», preguntó ayer a los suyos. «Volvemos del exilio más convencidas que nunca; la de hoy es una victoria», exclamó entre los vítores de los presentes. Entre ellos, el propio exlíder de Esquerra, Oriol Junqueras, con quien ahora mantiene una pugna abierta por el control del partido.
Además, en la recepción se dieron cita otros dirigentes secesionistas, como la secretaria general adjunta de ERC, Marta Vilalta; el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena; el secretario general de Junts, Jordi Turull; Eulàlia Reguant, Carles Riera y Dani Cornellà, de la CUP; David Cid, de los Comunes; y los presidentes de Òmnium Cultural, Xavier Antich, y de la ANC, Lluís Llach. Antes, en Salses, cerca de Perpiñán, se hicieron una fotografía con otro miembro del Gobierno catalán que espera ser amnistiado algún día, el exconsejero y diputado de Junts, Lluís Puig.
Ya por la tarde, la virtual número uno de los republicanos tras la renuncia temporal de Junqueras, confirmó que no revalidará el cargo en el congreso extraordinario del mes de noviembre, y descartó que pueda ser candidata en un posible escenario de repetición electoral. «Quiero ponerme al servicio de este congreso, pero no seré candidata a nada, y menos contra Oriol Junqueras», aseguró ante el consejo nacional de su partido, ya en Barcelona. «Considero que tengo que pasar el relevo; he cumplido una etapa inmensa, son 12 años de secretaria general; tenemos que apostar por el talento que tiene la organización», concluyó.