El PSOE se choca con la exigencia de varios socios de abrir el debate sobre la financiación a más territorios

Carlos Peralta
C. Peralta REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

 El primer secretario del PSC, Salvador Illa, es felicitado por José Luis Jimeno (i), secretario del área de Organización y Acción Electoral del PSC, tras la intervención de Salvador Illa en la reunión extraordinaria de la comisión ejecutiva del partido
El primer secretario del PSC, Salvador Illa, es felicitado por José Luis Jimeno (i), secretario del área de Organización y Acción Electoral del PSC, tras la intervención de Salvador Illa en la reunión extraordinaria de la comisión ejecutiva del partido ANDREU DALMAU | EFE

Además de Junts, los dos diputados de Compromís y el parlamentario de Chunta Aragonesista aseguraron que en estas condiciones votarían en contra de la reforma de la Lofca

04 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El acuerdo entre el PSC y ERC para cambiar la financiación de Cataluña conlleva necesariamente una reforma de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (Lofca). Por tanto, a socialistas y republicanos les tocará ponerse el mono de trabajo para conseguir el voto favorable de al menos 176 diputados del Congreso.

Ni aunque Junts cambiara de opinión, las cuentas no saldrían. El acuerdo de investidura con los republicanos bloquea del todo las lejanas opciones de Carles Puigdemont de volver a la presidencia de la Generalitat. Por ello, aunque ERC venda el pacto como un paso más hacia la soberanía fiscal y el autogobierno, los posconvergentes están en contra. Incluso cuando el texto que detalla el acuerdo presentado por ERC tiene similitudes con la reforma propuesta en el 2012 por el entonces presidente autonómico, Artur Mas.

Sin Junts no hay espacio para las cavilaciones, pero también hay que contar con otros diputados con posiciones contrarias. Sumar cuenta con 27 escaños. Los dos valencianos de Compromís y Jorge Pueyo, el diputado de Chunta Aragonesista, votarán en contra si la reforma no abarca a sus respectivas comunidades. Tampoco está por la labor Coalición Canaria. El presidente autonómico y líder de la formación, Fernando Clavijo, remarcó esta semana que, si el pacto lograra la luz verde, podría «lastrar el futuro de Canarias». A esta lista se suman los previsibles votos en contra de PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro. En total, 184 votos negativos que dejarían al PSOE y ERC sin margen de maniobra.

Además, otros partidos criticaron el pacto, pero se mostraron más cautos a la hora de manifestar su eventual voto en la carrera de San Jerónimo. Vicenç Vidal, el diputado de Més per Mallorca, consideró que el acuerdo son «avances legítimos». Ellos mismos exigen modelos similares con el archipiélago balear. Pero, según El País, ven el pacto «partidista» y lucharán para que la reforma incluya las necesidades de Baleares. También el BNG le exigió un concierto económico para Galicia al Gobierno central. Los nacionalistas añaden que, en el pacto de investidura con el PSOE, se acordó que la comunidad «terá o mesmo trato que Euskadi e Cataluña en calquera avance que haxa». Sin más concreción hasta ahora sobre su voto, se intuye que, al igual que Més, el Bloque espera un debate que vaya más allá de Cataluña.

Para Podemos no son formas

Podemos, que cuenta con cuatro parlamentarios, criticó también el acuerdo sin aclarar su eventual voto. El coportavoz de los morados, Pablo Fernández, calificó el pacto de «un intercambio de cromos» y pidió una reflexión más profunda. Para él, una negociación bilateral para la investidura de Illa no es «la forma correcta» de abordar este asunto.

Además, PSOE y ERC deberán amarrar el voto de los cinco diputados de IU, otros tantos de un cauteloso PNV y la diputada de Más Madrid, Teslem Andala Ubbi. A su favor, socialistas y republicanos aglutinan teóricamente 151 escaños. Los 127 que suman ambos, a los que habría que añadir los síes de EH Bildu (6 escaños) y los Comunes (6). También el voto favorable de Íñigo Errejón, de Más País; de los diez diputados del Movimiento Sumar y de José Luis Ábalos, que desde su abrupta salida al Grupo Mixto en febrero de este año ha respetado la disciplina de partido del Partido Socialista.