Veinticuatro horas de horror para sobrevivir sin ayuda a la dana: «Cuando recibí esa mierda de alerta ya había pasado todo»
ESPAÑA
Paula Peñarrocha se vio sorprendida en la A-3 por el desbordamiento de la rambla del Poyo mientras trataba de volver a casa. Como ella, cientos de miles de valencianos se vieron atrapados por las lluvias y las riadas en su coche. La cifra de fallecidos ya ha superado los 150
31 oct 2024 . Actualizado a las 19:49 h.La peor gota fría de este siglo XXI no llegó por sorpresa. La Aemet emitió un aviso especial por fenómenos adversos el domingo 27 de octubre, a las 13.50 horas. La información alertaba de que una DANA descargaría con intensidad en la vertiente mediterránea y que el martes 29 sería el peor día del episodio. Esta advertencia no evitó que el número de muertos superara los 150. Paula Peñarrocha, vecina de 31 años de la urbanización La Reva, en el municipio de Ribarroja de Túria, uno de los más afectados, sabe que pudo haber sido una de las fallecidas. El desbordamiento de la rambla del Poyo la sorprendió a pocos minutos en coche de su casa, junto a miles de valencianos que en esa y otras zonas de la comarca intentaban regresar a casa en coche para resguardarse de la tormenta. Cuando llegó el aviso de la Generalitat, ya había pasado lo peor. Esta es la cronología de cómo una alerta que llegó tarde no sirvió para nada.
7.31 horas. La Aemet activa un aviso rojo por lluvias para toda la provincia de Valencia.
10.30 horas. La Aemet advierte en redes sociales que el peligro es extremo: «No te acerques a cauces ni ramblas».
13.00 horas. El presidente Carlos Mazón comparece y dice que la situación disminuirá de intensidad a partir de las 18.00 horas.
16.00 horas. Paula Peñarrocha se encuentra en casa de su abuela en la ciudad de Valencia. Había ido a comer después de su jornada laboral junto con sus padres. En la ciudad estaba lloviendo, pero menos que en otras situaciones de riesgo anteriores. Sabía que toda la provincia estaba en alerta, así que decidió coger el coche para volver a casa y pasar allí la tormenta. Como muchos jóvenes valencianos, tuvo que comprar su casa en los municipios del área metropolitana. «Miré el móvil, sabía que estábamos en alerta roja, pero me salía que a las seis de la tarde iba a caer una tromba terrible. En Valencia ya había estado lloviendo por la mañana, pero no mucho. Entonces, dije "me voy ya y que me pille en casa la lluvia". Así que cogí el coche a las cuatro y media y me dirigí a casa».
17.15 horas. El trayecto hasta su casa en condiciones normales es de poco más de 30 minutos. Sin embargo, esa tarde encontró un embudo de tráfico en la A-3. «Ya estaba casi cogiendo el desvío hacia mi casa cuando comenzó a haber bastante retención. Había muchos camiones, muchísimos coches, toda la A-3 estaba colapsada. Y en ese momento empezó a llover mucho», explica Paula. Pensó en dar la vuelta, pero no podía. Siguió avanzando y pudo entrar en la salida hacia su casa, pero todo se volvió a parar en la rotonda del polígono de Ribaroja, a media hora andando de su casa. «Un policía me dijo que no podía seguir, que me subiera a una acera y me quedara ahí. En ese momento llamé a mi padre, le dije que estaba cerca de casa, pero que me habían retenido y tenía que esperar a que amainase un poco. Ahí también llamé a Juanjo, mi pareja», explica.
18.00 horas. Paula está parada en la carretera. Sigue lloviendo de manera torrencial y empieza a llegar el agua que está desbordando la rambla del Poyo. «Parecía que se habían abierto unas compuertas. Empezó a llegar agua, barro, palos, árboles. La rambla lo estaba inundando todo. En el coche empiezo a ver que me entra agua por todas las puertas».
18.15 horas. El nivel del agua sigue subiendo, y Paula ya no puede abrir la puerta. Todavía funcionan los teléfonos y Juanjo le dice que salga cuanto antes, por la puerta, por la ventanilla o por donde sea. «Salí como pude y en ese momento vino una tromba de agua que me tiró. Había mucho barro; me puse de pie como pude. Tenía miedo de que, si me quedaba tumbada, me iba a arrastrar», cuenta.
19.17 horas. La Generalitat decreta el nivel dos de alerta para toda la provincia de Valencia. En ese momento, Paula hace todo lo posible por mantenerse en pie y sobrevivir: «Me quedé esperando en el agua, pero cada vez subía más, ya casi me llegaba a la cadera. Me empecé a agobiar mucho. El coche casi había desaparecido, vi pasar a muchos coches arrastrados por la marea. Vi a una señora en un coche haciendo luces, pero no le podía ayudar. Yo también pedía ayuda, pero no había nadie».
El siguiente paso fue tratar de encontrar un lugar seguro. Cerca había un supermercado que podría ser un buen sitio para resguardarse, pero era imposible llegar. Lo único que Paula pudo hacer fue agarrarse a una señal cercana. «Pensaba que iba a aguantar, pero empezaron a llegar maderas, contenedores; todo se empezó a acumular. Vino un coche que me arrolló, la señal se rompió, y yo me fui detrás». En ese momento la desesperación es máxima, el punto en donde más temió por su vida, pero sacó energía de donde pudo. «Te juro no sé qué fue, pero me pude agarrar a algo, a la rueda de un camión. Luego lo fui bordeando hasta que encontré la cabina. Empecé a aporrear la puerta y se asomó alguien, que me subió», cuenta.
20.12 horas. La Generalitat emite un mensaje de alerta a los dispositivos móviles de la población. «Cuando recibí esa mierda de alerta ya había pasado todo», recuerda Paula. En ese momento, ya se encontraba en el camión. Daniel, un venezolano de 31 años, fue quien le salvó la vida. «Ahí me tranquilicé un poco. Desde la cabina se podía ver a los coches flotando, a la gente subida encima, pidiendo ayuda. No paraba de llover». Este momento también fue el que permitió a Paula hacer una llamada a sus familiares para informar que estaba bien.
20.36. horas. La Generalitat solicita la intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en la provincia de Valencia. Paula estuvo durante toda la noche en el camión. Nadie apareció por allí. A las tres de la madrugada la lluvia amainó bastante. Daniel y Paula salieron del camión con la intención de ir hasta el supermercado, pero fue imposible. «La situación parecía un Walking Dead. La gente estaba encima de los coches sin saber qué hacer, perdidos. Encontramos a un guardia civil, pero estaba desbordado. Intentamos acceder al supermercado, pero fue imposible. Se puso otra vez a llover, entonces Daniel me dijo que lo mejor era pasar la noche en el camión».
06.30 horas. Ya es de día en Valencia, el nivel del agua ha descendido y ha dejado de llover. Han pasado casi veinticuatro horas desde la primera alerta roja de la Aemet. Paula sale del camión. Su casa está a poco más de un kilómetro desde donde se encuentra. Al salir, se encuentra una imagen apocalíptica: «No hubo ningún tipo de protocolo. Había solo un policía, que no sabía por dónde tirar. Había gente haciéndose torniquetes. Yo me sentí abandonada, sabías que no iba a venir nadie a por ti». Por fortuna, a los pocos metros vio a Juanjo, que había salido a buscarla. Juntos se fueron a casa, a una urbanización anegada, con coches amontonados, sin luz y sin agua. Con magulladuras y dolor en el hombro y la cadera, Paula ha logarado salvar su vida.