Tan atrás que ni se les ve
redacción / la voz
«No vamos a dejar a nadie atrás». Ha sido ese uno de los mantras más repetidos por el Gobierno desde que comenzó la crisis hace un año. Doce tortuosos e interminables meses en los que, pese a los buenos deseos, son muchos los que se han quedado por el camino. Tan atrás, que ya ni se les ve.
Un descosido del 11 % en el PIB es un señor descosido; y evidencia, aunque no los detalle, ni repare en las historias particulares, millones de rotos en los bolsillos empresariales y familiares. En todo el país.
Solo en las cuentas del Ibex, la crisis ha dejado una herida de más de 8.000 millones. Y no es complicado deducir que si el golpe ha sido histórico en los números de las grandes, peor suerte habrán corrido los miles de pequeñas y medianas empresas que trufan nuestro tejido empresarial. Son muchas las que se han quedado atrás. E innumerables las que lo harán en los meses venideros. Y, con ellas, sus trabajadores.
Y es que, los buenos deseos en economía no son nada si no hay dinero. Cierto es que los créditos avalados por el ICO y los ERTE han sido la salvación de muchos. O al menos lo fueron al principio. Pero la crisis se alarga y no hay fondos para sufragar tanto salvavidas.
Las ayudas directas a los sectores más golpeados no son, ni de lejos, suficientes. Quién nos diera los 11.000 millones que se gasta al mes Alemania en hacerle la crisis más llevadera a los negocios con los que se ha cebado la pandemia. Claro que los germanos tienen peto de dónde tirar. Superávit se llama. Y de eso aquí hace ya tiempo que no gastamos.
Nos queda el clavo de los fondos europeos. Del uso que se haga de ellos depende, y mucho, la salida del pozo. De eso, y de que la red de seguridad siga extendida. Las prisas hay que reservarlas para la vacunación. Para eso sí que hacen falta.
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