El hijo del narcotraficante se sincera en un libro
19 abr 2015 . Actualizado a las 13:13 h.Tenía 16 años cuando murió su padre, el 2 de diciembre de 1993, y juró vengarle, pero a los diez minutos se arrepintió y prometió que no lo haría. Su padre era Pablo Escobar, el jefe del Cartel de Medellín que llegó a controlar el 80% del tráfico de la cocaína mundial. Tuvo que marcharse de Colombia y cambiar de identidad por la de Juan Sebastián Marroquín Santos. Ahora recupera su nombre, Juan Pablo Escobar, para firmar su libro Pablo Escobar. Mi padre.
¿Cómo recuerda a su padre 21 años después de su muerte?
Era muy amoroso con su esposa, con mi hermana y conmigo, sentía un amor incondicional a la familia. Nos cantaba canciones y nos contaba cuentos a mi hermana y a mí. Fue mi amigo y mi compañero de juegos. Tengo gratos recuerdos. No tengo reproches para él como padre. Mi amor por él es incondicional y no negociable. Era el mejor padre del mundo, pero cuando cruzaba el umbral y salía de casa se convertía en uno de los bandidos más malos que había conocido Colombia. Hizo mucho daño a Colombia pero a los suyos nos dio mucho amor.
¿Cómo es posible amar incondicionalmente a un buen padre que a la vez era un monstruo que mandó asesinar a cientos de personas?
Yo primero conocí a mi padre como tal, después al bandido. Me quedé con los afectos porque fue lo que más recibí de él. Yo no recibí violencia de mi padre, no tengo motivos para odiarlo. Nunca me alentó a seguir sus pasos. Mi padre me enseñó el camino que no hay que seguir.
Usted ha pagado por lo que hizo su padre.
Sin duda que sí, pero eso no me ha hecho renunciar al amor incondicional que siento hacia él y absolutamente nada me hará renunciar a eso.
Ha asumido la responsabilidad moral por los crímenes de su padre.
Absolutamente. Asumo la responsabilidad moral de sus crímenes y es mi deber pedir perdón con muchísimo respeto a las víctimas que llevan un legítimo dolor dentro de sí.
¿A cuántas personas ordenó matar?
Se ha especulado mucho, pero no hay un registro de víctimas. Podemos hablar de menos de 2.000, pero nunca de las 10.000 o 20.000 de las que se habla. Pero las que mandó asesinar mi padre fueron parecidas a las que mandó asesinar el Estado colombiano para perseguir a un solo hombre, a él.
¿Su padre se arrepintió alguna vez?
Nunca, me decía «hijo mi profesión es ser bandido». Muchísimas veces le pedí que cesara con el terrorismo, con todas las formas de violencia que estaban agravando su propia situación, la del país y la de su familia.
¿Qué le contestaba?
Era un hombre que estaba lleno de excusas para la violencia. Yo le pedía que parara las bombas y él me decía que él no se las había inventado, que no me olvidara de que el primer coche bomba que explotó en Colombia fue contra mi persona, mi hermanita y mi madre, el 13 de enero de 1988. Decía que él había reaccionado a ese ataque. Es cierto que yo sobreviví a una explosión de 700 kilos de dinamita, pero eso para mí no justificaba emplear los mismos métodos para vengarse.
Ese coche bomba se hizo con tecnología que ETA enseñó al cartel de Cali.
Así es. Ensayaron el primer coche bomba en la historia de Colombia con nuestra familia con tecnología de ETA.
¿A su padre también le asesoró ETA en esas técnicas?
Yo no diría que ETA como organización, sino una persona que pertenecía a ETA le dejó la tecnología y el conocimiento. Pero no había mayores vínculos a partir de ahí.
Sostiene en su libro que a su padre no lo mataron las fuerzas de seguridad sino que se suicidó.
Tengo la absoluta certeza de que así fue. Durante muchos años hablamos de la posibilidad de que se suicidara, decía «a mí nunca en la gran puta vida me van atrapar vivo». Me explicaba dónde se pegaría el tiro. Además, los médicos forenses que hicieron la autopsia nos hicieron saber a la familia que se suicidó a pesar de que fueron obligados por la policía a cambiar el informe final. Alguien tenía que aparecer muerto, o la familia entera o el padre. Mi padre ese día quiso ser encontrado, llamó insistentemente por teléfono, violando las propias reglas de seguridad que me había inculcado.
Su padre le pidió que no probara las drogas.
Yo tenía ocho años cuando me dijo que teníamos que hablar de las drogas. Nos sentamos y me enseñó todas las que había entonces, me explicó sus efectos. Me pidió que no las probara nunca con mis amigos y que si algún día tenía curiosidad le llamara y para probarlas juntos. «Valiente es aquel que no las prueba», me decía.
¿Le hizo caso?
A los 28 años probé la marihuana, pero no pasé de ahí.
Pablo Escobar llegó a ser el hombre más poderoso de Colombia
Sometió a un país por la violencia y el terror. Imponía las normas en Colombia hasta el punto de que cambió la Constitución para impedir su extradición a EE.UU. y diseñó su propia cárcel y la financió.
Pero asegura que no podría haber llegado tan alto sin la complicidad de políticos y policías.
Cuando iba a ver a mi padre a su oficina había coches en el aparcamiento, de políticos, policías, militares, que iban a hacer negocios con él. Siempre se ha contado la historia de Pablo Escobar como si fuera el único responsable de todas esas atrocidades, yo no le exculpo, pero mi padre no habría podido llegar a ser ni la mitad de lo que fue y mi libro tendría la mitad de su espesor o menos si no hubiera sido por la corrupción que patrocinó el nacimiento y el crecimiento de la violencia de mi padre. Mientras Medellín estaba empapelada con carteles de «se busca», la policía entraba a cobrar el sueldo mensual a su oficina.
Dice que su gran perdición fue meterse en política. ¿Por qué?
Porque quiso entrar en una mafia que le quedó grande.
¿Quiere decir que la política era una mafia mayor que el narcotráfico?
Es. Los narcos matan con sus órdenes y los políticos con sus firmas.
¿Su padre quiso ser presidente de Colombia?
Soñó con llegar a eso. En Colombia todo era posible, pero obviamente era ingenuo pensar que alguien con ese pasado criminal pudiera llegar con total impunidad a esas áreas del poder. Pero él decía que había puestos más importantes y con mayor poder que la presidencia de la república y él ocupó uno de esos lugares.
¿Como jefe del narcotráfico?
Como jefe de todo.
Cuenta que su padre se planteó secuestrar a Chábeli Iglesias.
Así es. Me enteré de esa y otras muchas cuestiones que revelo de manera exclusiva. Él quería secuestrarla en Miami y llevarla, utilizando sus rutas del narcotráfico, hacia Colombia y cobrar el rescate.
Revela también que Frank Sinatra le sirvió a su padre para introducir la cocaína en EE.UU.
No tenía una relación directa con mi padre sino con uno de sus amigos y socios, Fidel Castaño. Frank Sinatra recibía la droga y la distribuía.
Usted vivió una vida de lujo en su infancia. A los 11 años ya contaba con 30 motos de alta velocidad y 30 de agua, las sorpresas de las piñatas eran fajos de billetes y el chocolate lo traían desde Suiza en un avión privado.
Le dedico un capítulo para ilustrar al lector del nivel de excesos a los que puede llegar una familia que tiene recursos ilimitados. Vivíamos en un mundo de fantasía, teníamos más dinero que cosas para comprar.
Pero las cosas cambiaron cuando su padre ordenó asesinar al ministro de Justicia, Rodrigo de Lara, en 1984, y pasaron de la opulencia a la clandestinidad.
Teníamos todo y éramos dueños de nada. Porque teníamos muchos vehículos y no los podíamos manejar, teníamos muchos aviones y no podíamos andar en ellos, teníamos muchas propiedades y no podíamos vivir en ninguna, teníamos muchas obras de arte y no podíamos disfrutarlas. Todo el dinero que tuvo jamás le alcanzó para comprar su propia libertad, al contrario cuanto más tenía más libertad iba perdiendo. Hay algo que me marcó para siempre. Guardábamos millones de dólares en el escondite donde estábamos con mi padre, pero nos moríamos de hambre porque nadie podía salir a comprar comida, teniendo dinero suficiente para comprar la cadena de supermercados entera.
Usted volvió 14 años después de Colombia para reunirse con los hijos de Lara y de Luis Carlos Galán, el candidato a presidente asesinado por orden de su padre. ¿Cómo fue?
Nadie está preparado para ese tipo de emociones y situaciones, para recibir la generosidad de esas familias. Me dijeron que a mí nada tenían que perdonarme porque no había sido responsable de los actos de mi padre, pero agradecían que asumiera la responsabilidad moral por ellos.
Su padre reunió una fortuna incalculable. ¿Dónde fue a parar?
Lo cuento en el libro con un lujo de detalles sin precedentes. Cuando murió mi padre los carteles de la droga de Colombia nos dijeron una frase muy simple: «si esconden una sola moneda los matamos, venimos a recuperar lo que gastamos persiguiendo a Pablo Escobar durante diez años». Si no se lo hubiésemos entregado yo estaría en una fosa común. El Estado decomisó muchas propiedades, pero no reparó ni a una sola de las víctimas de mi padre, sino que se repartieron el dinero entre los políticos de turno.
Su padre ayudó a los pobres y le bautizaron como Robin Hood. ¿Por qué lo hacía?
Ayudó a miles de familias. Era una forma de no olvidar sus orígenes humildes y ayudar a todos aquellos abandonados por el Estado.
¿Sigue siendo querido?
Es querido por una parte de sociedad. Depende de a quién se lo pregunte. Si pregunta a la gente humilde, que es mayoría, seguro que lo van a querer, si pregunta a la oligarquía lo van a odiar.