Pese a que el Pantín Classic proyecta su imagen hacia el mundo, la costa de Ferrolterra continúa sorprendiendo a los turistas por la calidad de sus olas y la escasa masificación
13 sep 2010 . Actualizado a las 13:30 h.Los poco más de 20 kilómetros que separan por carretera la playa de Doniños, en el municipio de Ferrol, y la de Pantín, en Valdoviño, cobijan un auténtico tesoro para los amantes del surf, guardan un sinfín de rincones donde poder disfrutar de olas de gran calidad y que apenas están masificados. A pesar de que el Pantín Classic proyecta año tras año (y cada vez con mayor intensidad) la costa de Ferrolterra hacia todo el mundo, arenales como San Jorge, Esmelle, Santa Comba, Ponzos, Campelo, Valdoviño, O Baleo o Vilarrube se revelan, también por su belleza, como una grata sorpresa para los visitantes que llegan hasta la zona en verano.
La mayor parte de los turistas repiten. Es el caso del sueco Jens Holmer, quien a primera hora de la mañana acaba de salir del agua en Pantín, una playa que ya visitó el año pasado. El día amaneció nublado con el nordeste soplando flojo, lo que en este arenal se agradece. En el mar se adivinan unas ligeras ondulaciones. «Hoy -explica con un inglés académico tan propio de los nórdicos- está un poco flojo, pero ayer fue increíble. Tan solo ocho personas surfeando y unas olas impresionantes». «Para mí esta costa es uno de los últimos tesoros escondidos del surf europeo», agrega.
Y Holmer, de 39 años, sabe bien de lo que habla. Tiene, junto a Peter Sahlberg, quien lo acompaña en su aventura por Galicia, una academia de surf en Suecia (www.surfakademin.se) con la que se han recorrido prácticamente todo el mundo. Costa Rica, California, Maldivas, Senegal y Biarritz, desde donde han llegado a Pantín en una furgoneta cargada con una decena de tablas, son sus destinos preferidos. A esta nómina ahora le añade la costa de Ferrolterra. «En Francia -indica- hay muchísima gente en el agua y las olas, la mayor parte de los días, son peores que en Pantín o Doniños». Los dos compañeros de viaje se acercaron por primera vez a esta esquina del continente el verano pasado. Lo hicieron gracias a un deducción lógica: «Miramos en un mapa de Europa y nos dimos cuenta de que este es el lugar que más fuerza de mar recibe durante el verano, ya que el oleaje predominante es del noroeste». Dieron en el clavo.
Campelo, un lugar diferente
Pero si hay una playa singular en estos abruptos kilómetros de litoral, esa es la de Campelo. Impresiona cómo se abre al mar en la confluencia de dos montañas. El verde y el azul se funde como en prácticamente ningún lugar. Gracias a su estratégica orientación recoge la fuerza del mar y la transforma en unas olas cortas y potentes. En el aparcamiento del arenal, se encuentran Jesús Grandes Fermo y Estefanía Palacios, dos madrileños de Alcalá de Henares que se desplazan con su casa a cuestas. Duermen en su furgoneta que está equipada con prácticamente todas las comodidades para pasar una buena temporada en ruta.
«Esta habitación tiene unas vistas que no encontrarías en ningún hotel de lujo», comenta Estefanía, mientras recoge la loza del desayuno. «Cuando la gente se marcha de la playa, en el momento en que empieza a anochecer, disfrutamos de los mejores instantes del día», explica Fermo, quien subraya: «Charlamos con la gente que también se queda aquí a dormir en una calma absoluta».