La cineasta ferrolana, afincada en Londres, reivindica con emoción, como espacio vital y territorio de la memoria el barrio en el que nació, Caranza
15 ene 2011 . Actualizado a las 02:00 h.Reside en Londres, Peque Varela, y como nadie ignora una de sus obras, 1977, que remite al año de su nacimiento, fue seleccionada entre más de 5.000 cortometrajes de todo el mundo para ser proyectada en el festival de Sundance, ese auténtico centro de peregrinación para el cine independiente que nació, paradojas del séptimo arte, de la mano de una estrella de Hollywwodd, Robert Redford. Un actor al que Peque, por cierto, conoce desde que pasó por el festival, en el año 2007. Y que le dijo, a la ferrolana, que no se dejase cegar por las luces que se encienden fácilmente.
El caso es que reside en Londres, sí, Peque, volvemos a ello. Pero su Ferrol natal (y esto es bastante más que una frase hecha) siempre lo lleva dentro. En especial, el barrio de Caranza. Su barrio. El que le sirvió de inspiración, con el fermento de la memoria personal, para filmar 1977, obra de animación que nació del proyecto con el que concluyó sus estudios superiores en la prestigiosa National Film and Television School de la capital británica. Le gusta volver a casa. Se nota que el regreso es para ella, en múltiples sentidos, y no solo en el familiar, un verdadero reencuentro. «Caranza é o Manhattan de Ferrol», dice Peque. Y enseguida apela a la proximidad del mar. Al hecho de que Caranza es uno de los pocos lugares en los que los ferrolanos todavía pueden convivir con las aguas del Atlántico. Con el Océano, que de costumbre habita en la ría mansamente. «A miña avoa contábame historias mentres eu miraba o mar», dice la cineasta, no sin cierta melancolía. Eran, aquellas, historias en las que su abuela le explicaba, por ejemplo, cómo era el desaparecido, que no olvidado, barrio de Esteiro. Un barrio cuya desaparición conllevó el desplazamiento de tantas y tantas familias, que se instalaron en Caranza masivamente. No le gusta, a Peque Varela, olvidar. Ni tampoco cerrar los ojos ante los problemas. Dice que no tiene fórmulas mágicas, cuando le preguntan por el futuro de Ferrol. Pero también que siempre hay algo que uno puede hacer... si de verdad quiere hacerlo.