Érase una ciudad muy trabajada para mejorar su identidad y su propia naturaleza, y lleva siglos anclada tenazmente defendiendo su historia. Sufrió numerosos cambios desde su nacimiento y todos fueron a mejor, gracias a que sus dirigentes recibían confianza de la gente y a la recíproca, supieron llevar con inteligencia e ilusión sus astilleros y sus dependientes militares, después vinieron otras fábricas y otras empresas que dieron bienestar al pueblo. No hay valoración ni deseos de poder alterar eso. También eran tiempos muy difíciles, que se fueron superando, y aquel cascarón de ciudad se convirtió en referencia, con sus clásicos, casi olvidados, pero en sus lecturas fueron dejando huellas de aquella parte de una historia que no hay de alternar ni de olvidar, pero si se pudiera leer la mano de un vidente ninguno adivinaría lo que ahora le está pasando.
Trabaja su gente pensando que vendrían tiempos mejores, pero como alguien dijo, y por lo visto tiene razón, la historia se repite primero como tragedia y luego como comedia. Y en esas estamos, se ha pasado de unos dirigentes serios a otros que con tanta vulgaridad, mala educación y descalificación rápida han creado una metástasis en toda la corporación que está llegando al corazón de los ciudadanos, al ver que la hipérbole se impone al respeto y a la concreción. Señores concejales, basta ya de decir no, por sistema, a todas las propuestas del gobierno local, esa no es una aptitud política, ni un servicio a la ciudad. Es un esperpento con el que se busca que las cosas no funcionen y los vecinos sigan empeorando en sus vidas y maltratando a la ciudad.
Cualquier lugar por remoto que sea necesita una gobernación estable y no puede permitirse el lujo de perder el tiempo haciéndoles caso a los que se quieren pasar por profetas del caos, ni a los agoreros que esperan tiempos mejores haciendo demagogia para subirse ellos al machito. A estos Aristóteles les llamó corruptos de la política. Y a los que se destrozaron por sus errores, y ahora pretenden bañarse de un barniz de falso progresismo, les va mejor sentarse para siempre en el banco recién pintado del que hablaba Alfonso Guerra. Complicarle la vida al alcalde, señoras y señores, como se viene haciendo, no es trabajar por la ciudad. Eso es un error además de una gilipollez, y con tanto de esto no vamos a ninguna parte.