Los animales toman las calles de las ciudades ante la desaparición de los seres humanos por el confinamiento
06 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Los animales deben estar desconcertados. ¿Dónde se han metido los humanos?, se preguntan. Ahora que el depredador más hostil que ha existido en toda la historia está encerrado, el resto de los seres vivos ha decidido tomar el control. Las imágenes se repiten en muchas zonas del planeta. En la ciudad de Llandudno (Gales), un rebaño de cabras montesas recorre estos días el centro urbano tan campante. A pesar de que los agentes de la policía intervinieron en un principio para intentar retirarlas de los espacios públicos, las cabras no solo regresaron, sino que el grupo era todavía más numeroso.
En París la historia es la misma, solo cambia el protagonista. En la capital francesa, aprovechando que sus habitantes se encuentran confinados, los patos del Sena han decidido dar el salto del río al asfalto y explorar todos los rincones de la ciudad. Con los seres humanos en cuarentena algunos lugares del mundo presentan estos días un aspecto único. Venecia, acostumbrada al bullicio de los miles de turistas que la visitan cada día, es hoy una ciudad fantasma. Sin embargo, sus canales nunca han estado tan limpios. El azul no solo luce en el cielo, sino también en sus aguas.
La contaminación atmosférica en las grandes urbes europeas como Madrid, Barcelona, París y Roma se ha reducido notablemente, en algunos casos hasta un 80 por ciento. Los pocos ciudadanos que puedan salir del confinamiento respirarán al menos el aire más puro en mucho tiempo.
Otro tipo de contaminación que también se ha reducido de forma sustancial es la acústica. Sin ruido, la banda sonora de las ciudades estos días corre a cargo de algunos pájaros como las golondrinas que ya empiezan a llegar a Galicia para pasar la primavera y el verano boreal. Según el informe sobre contaminación acústica ambiental publicado ayer por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), al menos uno de cada cinco europeos está expuesto actualmente a niveles de ruido que se consideran nocivos para la salud.
Falta saber cómo la pandemia puede afectar al dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero que calienta el planeta. De momento, los niveles no muestran ninguna tendencia descendente, aunque los expertos esperan que también puede caer la concentración. Si la paralización de la economía mundial afecta a la emisión del gas que calienta el planeta, la ciencia podría extraer información muy relevante.
La buena noticia de la situación actual es que podemos observar la Tierra en un estado mucho más natural del que estamos acostumbrados. La mala noticia es que tenemos que hacerlo desde las ventanas de nuestra casa. Sin duda se trata de una paradoja que debería invitarnos a reflexionar sobre el impacto del hombre sobre el planeta.