Éxitos al calor del «coworking» en Ferrol: «No tenía ni idea de lo que es tener un negocio»

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL

FERROL

Marta García, Dando la Nota
Marta García, Dando la Nota CESAR TOIMIL

Tras formarse con la EOI, tres emprendedoras han convertido una idea en su medio de vida

25 jun 2023 . Actualizado a las 10:12 h.

Impulsar empresas innovadoras y acelerar su crecimiento, ganar visibilidad, definir la estrategia de financiación e inversión, y potenciar el ecosistema de innovación y emprendimiento en Galicia son los objetivos del nuevo programa de la Escuela de Organización Industrial: «Acelera tu Startup». Se trata de un curso gratuito financiado por la Unión Europea y el Igape para el que ya está abierta la inscripción. La última de las acciones formativas que prepara la EOI. Pero, ¿qué ha ocurrido con los proyectos que recurrieron a su ayuda en el coworking de A Cabana para configurarse en los últimos años?

Marta García, del proyecto educativo musical Dando La Nota, solo tiene palabras de agradecimiento. «Creo que lo más importante a la hora de emprender es planificar, y te ayudan muchísimo a ello con una metodología que tiene sus frutos», comenta. Creó Dando la Nota en el 2018, pero «sin mucha idea». «Sabía lo que quería y cómo quería dar las clases, pero no tenía ni idea de lo que es tener un negocio», explica. Reconoce que no sabía «ni cómo dar de alta» a sus empleados y se perdió «un montón de ayudas» que luego conoció al hacer el curso.

Con ocho años Marta empezó a estudiar violonchelo, luego violín, pero nunca creyó que el mundo de la música pudiese ser su trabajo. «Desde pequeña me gustó dar clases, pero nunca pensé tener un negocio. Aún ahora hay veces que no me lo creo», comenta. Cuando terminó la carrera estuvo dando clases en otras academias y conservatorios, pero sabía que quería mejorar la formación musical. «Me apetecía fundar una en la que los niños aprendiesen con calidad, que adquiriesen un nivel alto y unos conocimientos buenos, pero que viniesen a disfrutar y contentos», explica.

Irene Fernández, The Vecina
Irene Fernández, The Vecina KIKO DELGADO

Durante las sesiones coincidió con Irene Fernández, responsable de la firma de joyería The Vecina. La andaluza, asentada en Ferrol, decidió lanzarse a la piscina con algo que para ella era «un hobby» desde pequeña, el mundo de la bisutería. «Hice la formación del EOI y decidí ir a por todas. Me di de alta de autónoma, creé mi página web y empecé», señala. Hasta el momento, Irene trabajó en clínicas de estética. Ahora está detrás del diseño de las joyas, del contacto con proveedores, de la página web, de la venta y las redes sociales. «A mí me enseñaron a hacer yo todo, a montar una empresa desde cero, con profesores que tienen las suyas, que trabajan para gente importante... De hecho, una de mis profesoras a día de hoy es mi gestora», comenta. Para este verano apuesta por el color, las conchas y la fantasía. Este fin de semana ha montado un puesto en un torneo de pádel.

 
 
 
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Con presencia en todo el país

El negocio ha ido creciendo y, aunque predomina en Galicia, ya ha hecho envíos a puntos de todo el país como Valencia, Cádiz, Madrid o Barcelona. Pero, sobre todo, en Ourense, recalca. «La embajadora de mi marca es Ana Trigo, la pareja de Xurxo Carreño. Ella, al publicar muchas historias, me da mucha visibilidad», detalla Irene. The Vecina suma más de ocho mil seguidores en las redes sociales, hace colaboraciones con influencers o una campaña muy especial con Terra Can con unos divertidos collares con ositos rosas. ¿Se esperaba todo esto cuándo empezó la formación? «Había escuchado hablar muy bien del curso. Carolina, de la tienda Come Sano, lo hizo y me lo recomendó. Yo me apunté sin saber si se convertiría en una realidad. Pero creo que todos debemos luchar por nuestros sueños», invita.

Tampoco tenía claro que su pasión pudiese ser su negocio la artesana eumesa Julia Vilariño. Está detrás de un taller de sombrerería con gran reconocimiento en Galicia y clientes en todo el país. Pero reconoce que hace años no se imaginaba a dónde iba a llegar. «Supongo que la vena artística siempre se lleva dentro. Estudié estilismo porque quería dedicarme a la moda», recuerda. Pero una serie de vicisitudes le hicieron cambiar de tercio y convertirse en trabajadora social durante su etapa en Puerto Llano. Regresó a Galicia, montó una mercería con su madre, y los clientes le empezaron a pedir complementos. «Lo hacía por intuición pero pensé que debía formarme y hice un curso con el sombrerero gallego Félix de Martín y para mí fue una catarsis. Me enamoré del oficio», explica.

 
 
 
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Desde entonces, el 2018, siguió formándose hasta lanzar la marca hace un año y medio. «Yo sabía de sombrerería y taller, pero no de empresa, márketing, finanzas... El curso te ayuda un montón a poner los pies en la tierra y ver lo que es viable. Emprender es complicado, y para un artesano más. Pero para mí ha sido una experiencia totalmente recomendable», valora la creadora. Julia disfruta de esta etapa de auge del sector. «Está cogiendo fuerza. Aunque tengo unos modelos de colección, lo que más trabajo son piezas a medida», detalla.