Fallece a los 80 años Tomás Corral Miraz, impulsor de la sociedad Agarimo de Sillobre y extrabajador de Astano

FERROL

Tomás Corral, en una imagen de archivo
Tomás Corral, en una imagen de archivo

Amigo personal de Xosé María Pérez Parallé, llevó a cabo una labor fundamental en el tejido asociativo fenés, impulsando desde el teatro aficionado hasta el folklore tradicional y la literatura, además de fomentar la celebración de las Letras Galegas 

27 jun 2024 . Actualizado a las 22:54 h.

La parroquia fenesa de Sillobre ha perdido a Tomás Corral Miraz, impulsor de la Sociedad Cultural, Recreativa y Deportiva Agarimo, de la que fue directivo. Extrabajador de Astano y amigo personal de Xosé María Pérez Parallé, durante décadas llevó a cabo una labor fundamental en el tejido asociativo fenés, impulsando desde el teatro aficionado hasta el folklore tradicional y la literatura, además de fomentar la celebración del Día das Letras Galegas. Era una persona extraordinariamente generosa, que colaboraba de manera desinteresada, y siempre entusiasta, en cuanta iniciativa de carácter colectiva requería su apoyo. Incluso formó parte, en alguna ocasión, de la comisión organizadora de las fiestas patronales sillobresas, en la que, por no faltar, le gustaba que no faltasen ni los globos de papel que, como en un milagro, surcaban, en un tiempo que ya no existe, el cielo.

En lo personal era un extraordinario conversador, además de un amigo entrañable. Quienes tuvimos la suerte de compartir su amistad, como fue mi caso (y discúlpenme hoy de nuevo, por favor, además de la emoción, este recuerdo personal), no lo olvidaremos nunca.

Casado con Isabel Vilar, con la propietaria del añorado Lar Vilar (el café con biblioteca de cuya existencia se hicieron eco, entre otros muchos escritores, desde Víctor Freixanes hasta Carlos Casares, y por el que pasaron, entre otras figuras del mundo de las letras, César Antonio Molina, Ramón Pernas y Alfredo Conde), Tomás era un gran aficionado a la magia; y algunos recordaremos siempre la noche en la que el Mago Antón, protagonizando un prodigio que nunca ha dejado de admirarnos, se apareció allí, al otro lado del cristal, y, como el mejor de los embajadores del reino del misterio, entró a tomar café con nosotros. 

Dibujaba muy bien, Tomás, y a veces escribía versos. Y como tantos poetas, sentía verdadera pasión por esos pequeños ríos que convierten el envés de Sillobre en el corazón de la Tierra de Escandoi, y que muy a menudo nacen de alguna fuente.

(Vivía al lado, por cierto, de la Fuente del San Ramón dos Milagres; y yo, cada vez que pase ante ella, ahora me acordaré de Tomás, que cuando yo era niño tenía truchas en su estanque y que aparece, disfrazado de literatura, en las páginas de Las galeras de Normandía y en las de Las máscaras del Fin del Mundo).

Ata sempre, Tomás, meu amigo! Agora habitas, ademais da nosa memoria, a eternidade!