Alarma en Ares por un jabalí: «¡Vaya susto! Era la una de la tarde y no le faltó nada para entrar en la cocina»
ARES
Vecinos alertan del peligro que supone este animal, que lleva al menos desde el sábado alimentándose en maizales de Lubre, a pleno día y al pie de las viviendas
24 ago 2023 . Actualizado a las 16:40 h.«¡Vaya susto! Estoy fastidiada de una pierna y cuando lo vi en la puerta de casa no sabía si correr o tirarme al suelo», relata Ángela, vecina de la parroquia de Lubre, en Ares. Su vivienda se encuentra a pocos metros del supermercado Familia, junto a la carretera que va a Chanteiro. «Era la una de la tarde y no le faltó nada para entrar en la cocina», prosigue. Ocurrió ayer, cuando el jabalí que lleva al menos cinco días vagando por los alrededores de la iglesia de Lubre se aproximó al domicilio de Ángela y su marido.
Su hija, del mismo nombre, reconoce que jamás había visto nada igual. «Vivo en una casa al lado de la de mis padres, llegué de trabajar y fui a verlos, y lo encontré en la puerta de la cocina. Me quedé frenada y empecé a gritar para que no salieran de casa ni de la bodega, que estaba en frente, porque no sabía dónde estaban. Mi padre tiene 88 años y mi madre tiene una pierna mal y tampoco puede manejarse bien. Es la primera vez en mi vida que me pasa esto», contaba poco después. Con las voces logró espantar al animal, que se adentró en la huerta donde sus progenitores cultivan maíz para dar de comer a las gallinas. «Al oír los gritos se dio media vuelta y se metió a nuestro terreno, les dije que no salieran porque no sabía cómo iba a reaccionar», abunda.
Temor a «una desgracia»
Después llamó a un cazador conocido, que acudió y logró sacar al jabalí de la finca, sin cierre. «Ahora tengo miedo, me voy a trabajar a las cinco de la mañana, salgo a la carretera con el coche y me puede pasar cualquier desgracia por culpa del animal. Si me pasa algo me van a oír», advertía, indignada por la situación. El cazador que logró dispersar a este mamífero de esta finca de la calle Maciñeiras le explicó que no podía hacer nada más.
«¿Qué vamos a hacer?», se preguntaban en la Policía Local de Ares ayer por la mañana. «Lo único vigilar la zona de la carretera e intentar meterlo en el monte. Pero fuera de temporada de caza no se puede coger, salvo con una batida autorizada si causa daños de forma reiterada», respondían.
Un agricultor de la zona asegura que apenas quedan ejemplares en Ares, gracias a la acción de los cazadores. Uno de ellos admite que «este caso no es normal». Entiende que se trata de un jabalí criado en cautividad al que han liberado. El sábado fue visto por primera vez por la zona, en la playa de Seselle. «Si fuera de monte no estaría por ahí a plena luz, los silvestres de día están encamados y salen por la noche. Tiene la boca algo torcida, una deformidad en la mandíbula, como de una herida ya curada. A alguien se le escapó o lo soltaron», sostiene.
Ángela descubrió ayer que ya había entrado en su maizal otras veces, igual que le ha sucedido a otro vecino. «Es manso, pero la gente no debería acercarse porque le puede embestir», alerta el cazador. Advierte del peligro para el tráfico: «Anda de día por las carreteras, en la de Ares-Chanteiro, por la que circulan muchos coches hacia la playa y van rápido... puede haber un accidente fácilmente».
Hay cazadores que crían jabalíes para entrenar a los cachorros: «Se usan para enseñarles, lo quitas atado o suelto, porque va detrás de ti, y después lo guardas y sacas los perros para que aprendan a seguir un rastro». «Pero tiene que estar legalizado y lo se puede soltar sin más, hay que darlo de baja», precisa. Aparte del comportamiento, su aspecto también revela que se trata de un ejemplar «domesticado»: «Los de monte tiran el pelo en verano por el calor y este está como un jabalí en invierno, peludo... es algo muy raro, nunca he visto cosa como esta».
Ni gordo ni flaco
Ayer por la mañana lo fotografiaron junto al supermercado Familia y después apareció en la casa de Ángela, a pocos metros. Quienes lo han visto de cerca estiman que este macho pesa unos 50 kilos —«está a la línea, ni gordo ni flaco»— e indican que se mueve «como una tortuga», sin prisa, tanto si pasa un coche por la calzada como si no, a diferencia de los salvajes. «Para comer va a lo fácil, manzanas y maíz, por eso se arrima a las casas», apuntan. Los vecinos insisten en que «hay que hacer algo, va a acabar dándole un golpe a un coche... y que no se lastime nadie».