Diez años buscando al asesino silencioso de Elisa Abruñedo

Bea Abelairas
Bea Abelairas FERROL / LA VOZ

CABANAS

Foto de archivo de Elisa Abruñedo y su esposo Manuel Fernández Martínez, que falleció un año y medio después de ella en un accidente laboral
Foto de archivo de Elisa Abruñedo y su esposo Manuel Fernández Martínez, que falleció un año y medio después de ella en un accidente laboral Cedida

Esta vecina de Cabanas no volvió de su paseo diario: alguien la violó y la acuchilló. Este martes se ha detenido a un vecino de Narón de 49 años como sospechoso

17 oct 2023 . Actualizado a las 14:32 h.

Hace diez años que sucedió y este martes, por primera vez hay un detenido. La Guardia Civil ha arrestado a un vecino de Narón de 49 años por el crimen de Elisa Abruñedo.

Podría ser un paso determinante para saber qué le sucedió a esta vecina de Lavandeira, una pequeña aldea del municipio coruñés de Cabanas, que salió a pasear por el entorno de su casa, como hacía a diario. No volvió. En pocas horas su familia y los vecinos peinaron todos los caminos y montes de los alrededores. Nada. Su cadáver apareció un día después, a unos metros de una carretera desde la que se divisa la casa de Elisa. Un lugar por el que su hijo, Adrián Fernández Abruñedo, asegura haber pasado muchas veces cuando estaban en plena búsqueda. Desde entonces se ha interrogado a una larga lista de sospechosos, pero ninguna de esas declaraciones ha sido determinante. La familia y los investigadores dan por seguro que ella no conocía a su asesino. Un depredador silencioso que la acuchilló y la violó. Y que logró no dejar ninguna pista que lo pudiese incriminar, salvo su ADN.

«No hay nada nuevo, solo que siguen investigando», contaba el pasado agosto su hijo con un hilo de voz. Sus ganas, la de encontrar una explicación a la situación terrible en la que murió su madre a los 46 años, pero ya debaba ver que sus niveles de esperanza sufren altibajos. Durante mucho tiempo confió en que los controles aleatorios que se realizan para cotejar ADN en Ferrolterra diesen con una pista fiable. Esto solo funcionaría con la tesis de que a Elisa la capturó un depredador con más hechos delictivos a sus espaldas.

«Siguen con esos operativos en Ferrolterra, pero nada», cuenta el hijo de una mujer que llevaba una vida repleta de rutinas muy locales. Siempre los mismos recorridos: de su casa a la residencia de mayores en la que trabajaba, en el mismo municipio. Una biografía sencilla que se convirtió en pesadilla el 1 de septiembre del 2013, cuando alguien la sorprendió en su paseo vespertino. Es un caso con incógnitas que se superponen y que lo convierten en un mapa de interrogantes.

Escenario limpio

Para empezar, los investigadores no han conseguido probar dónde se produjo el ataque a esta vecina. Es muy complicado que la agresión se produjese en la cuneta en la que la encontró sin que nadie (el propio vecino que vive enfrente) se percatase de algo. Todos los indicios indican que la raptaron en esa zona, la agredieron en otro lugar y después volvieron a depositar el cadáver en ese mismo espacio, donde apenas se encontraron huellas que sirvan para identificar al asesino. 

Miembros de la Guardia Civil en la zona acordonada tras el hallazgo del cuerpo de Elisa Abruñedo.
Miembros de la Guardia Civil en la zona acordonada tras el hallazgo del cuerpo de Elisa Abruñedo. JOSÉ PARDO

¿Por qué Elisa? Otro misterio. ¿El agresor la conocía y estaba obsesionado con ella o, trágicamente, la eligió al azar? La autopsia reveló que recibió tres puñaladas en el tórax: dos en la parte baja del abdomen y una muy cerca del cuello.

Los forenses determinaron que el asesino estaba mirándola de frente cuando la apuñaló, pero se desconoce si fue cuando ella se encontraba de pie o ya estaba derribada o inmovilizada en el suelo. Nunca se encontró el arma del crimen. Tampoco se pudo dar con la descripción del vehículo o medio de transporte de este asesino silencioso, metódico y con suerte hasta ahora.

Siguen los controles

El único hilo del que se ha podido tirar es el ADN. Por eso, la Guardia Civil ha estado llevando a cabo diversos cribados, en distintos puntos de la comarca del Eume y la localidad de Valdoviño, con la finalidad de lograr extraer alguna coincidencia con el perfil genético de los restos biológicos hallados tras la comisión del crimen, y que al ser cotejados en las bases de datos policiales no se correspondían con ninguna de las personas fichadas. Precisamente ese es otro de los grandes escollos: si el asesino no figura en los archivos policiales y por eso ha podido zafarse de todos estos controles.

Adrián Fernández Abruñedo perdió a su madre ese 1 de septiembre del 2013 y a su padre poco después, ya que falleció en enero del 2015 en un accidente laboral. No ha preparado nada para recordar una fecha que le ha marcado tanto. Hace diez años sus vecinos se movilizaron; él continúa con el testigo de su padre para que se siga buscando al asesino de su madre, pero nada más. «No hemos previsto nada, esto es una espina clavada que va a doler siempre, pero la vida sigue y hay que tirar para adelante», cuenta poco después de salir de trabajar. Sigue viviendo en Cabanas.

Una unidad especializada cuenta con el perfil genético del autor

La investigación de este crimen sufrió demoras por la pandemia, pero nunca se ha paralizado. Antes al contrario, hace solo un mes el hijo de Elisa recibió la llamada de los investigadores de la unidad especializada que llevan el caso. Hace poco más de un año, agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la unidad encargada de los peores modos de delincuencia y de casos como el asesinato de Diana Quer, se hicieron cargo del caso. Viajan a Cabanas con frecuencia para poder realizar nuevas pruebas forenses que arrojen luz sobre las incógnitas del caso. Tampoco se detienen los múltiples cribados de ADN realizados en distintas localidades de la comarca. Es su gran baza, ya que en este caso, los investigadores pudieron aislar el perfil genético del asesino una vez localizado el cuerpo y estas muestras podrían arrojar una coincidencia que les condujese al culpable. Del que saben que no tiene antecedentes, ya que no consta en las bases de datos policiales que han comprobado.