La colonia de madrileños en Cedeira

A. F. C. CEDEIRA / LA VOZ

CEDEIRA

Lola Vicario, madrileña de origen zaragozano, en la Taberna Praza do Peixe, local que regenta en Cedeira y punto de encuentro de los capitalinos
Lola Vicario, madrileña de origen zaragozano, en la Taberna Praza do Peixe, local que regenta en Cedeira y punto de encuentro de los capitalinos CESAR TOIMIL

Las primeras familias de veraneantes capitalinos llegaron en los años 60 y la mayoría, ahora ya de cuarta generación, siguen reuniéndose en la villa

07 dic 2022 . Actualizado a las 16:09 h.

Ni hay un censo de madrileños ligados a Cedeira ni todos los llamados madrileños que acuden de forma asidua a la villa son originarios de la capital. En Cedeira hay madrileños de Zaragoza, de Cádiz, de Salamanca... y muchos de origen gallego que residen en Madrid. Las primeras familias de veraneantes llegaron en los años 60 y la mayoría, ahora ya por la tercera e incluso por la cuarta generación, continúan escapándose a Cedeira siempre que pueden. Entre las sagas más conocidas figuran los Basterreche. Una de las tres hermanas, ferrolanas, se casó con un cedeirés, José Yusty Pita. Las tres vivían en Madrid y en 1956 decidieron pasar el verano en Cedeira. Y hasta ahora.

José Belascoaín Basterreche, el sexto de los ocho hijos de Blanca, una de las tres hermanas, recuerda que al principio alquilaron unas casas en el pueblo, y ya a comienzos de los 70, su padre se hizo una en Vilacacín, una aldea de camino a la ermita de San Antonio. Ahora, los 102 descendientes de Blanca pasan al menos parte del mes de agosto en Cedeira. «Es un pueblo bonito, cómodo, con la playa en medio, y se come bien», resume José. «Los niños van haciendo pandilla y se lo pasan bien, aquí tienen libertad absoluta... Tengo sobrinos que están comprando casas aquí, todos acaban aquí, incluso los que se han casado con alguien de otro sitio vienen», abunda.

Ahora vive en Ferrol, pero cuando residía en Madrid, su pandilla de vacaciones en Cedeira era la misma con la que luego salía en la ciudad. Uno de sus sobrinos es Tito Belascoaín Rivero, hijo de Faustino. Cuando trabajaba en Madrid se escapaba una vez al mes. Ahora, desde Málaga, lo tiene algo más difícil. Aun así, sabe que el 15 de agosto a las dos de la tarde estará en la plaza Roxa para festejar la Patrona. «Es un veraneo de pueblo antiguo. Vayas cuando vayas, con la edad que sea, lo disfrutas. Mis hijos, de siete y diez años, van con muchas ganas, pero los hijos de mis primos, de 18, 19 o 20, también; y a mis padres y a mis tíos, de setenta y pico, igual», explica.

«Punto de unión familiar»

Para Tito, Cedeira «es el punto de unión de toda la familia [y de muchos amigos], unos están en Cartagena, otros en Madrid, en A Coruña... pero agosto en Cedeira es sagrado». Aparte del reencuentro, valora la gastronomía y la naturaleza: «A dos pasos tienes la montaña, las playas... el agua está helada pero esa arena no la encuentras en otro sitio; puedes coger la bici, salir a correr por la montaña, siempre vamos andando a San Andrés...», desgrana.

Al estreno de la primera temporada de la serie Rapa, en el Festival de Málaga, acudió con su mujer y sus hijos, y acabaron charlando con el director sobre Cedeira, donde se rodó. «Tengo compañeros que me dicen que parezco el alcalde, siempre convenzo a amigos para que vengan y casi todos repiten», subraya. Conoce a mucha población local, pero sus amistades de Cedeira son casi todas de fuera. «Me arrepiento un poco de no tener más relación con gente de aquí, pero es difícil cuando estás metido en una familia tan grande», señala. Su prima Cristina se casó en la ermita de San Antonio con un cedeirés al que conoció en un curso de vela, Mecha. Ahora viven en Majadahonda y acuden a Cedeira con sus hijas, que también han sucumbido a ese hechizo difícil de desentrañar.

Siempre que vuelven visitan la Taberna Praza do Peixe, regentada por Lola Vicario, madrileña de origen zaragozano, desde hace nueve años. Santi Rey, su marido, ya jubilado, nació en Jérez, de padre cedeirés. «Desde que empecé a salir con él ya vine a las fiestas, con 20 años, su familia pasaba aquí todo el verano», cuenta. La Gran Recesión truncó la carrera de su marido, ingeniero de caminos, y entonces se hicieron cargo del negocio. «Al veranear aquí, la mayoría de nuestros amigos ya eran de Madrid y eran también de nuestra pandilla allí», comenta. Ahora, su bar es el punto de referencia de la mayoría (muchos dejan copia de las llaves de sus casas en el establecimiento por si surge un imprevisto o incluso para que les encienda la calefacción cuando van a venir). Antes se juntaban en el Alitas al salir de la playa, o en el Pinzón, o en O Ramón...

«Yo siempre me he sentido bien aquí, mis hijos están enganchados y sus amigos también. Antes conocía a la gente del pueblo de saludarla y ahora ya compartimos cañas y charleta», apunta Lola, «encantada» con sus empleados y con la clientela, la de invierno (casi toda local) y la de verano. «Nuestros hijos han sido felices aquí y lo siguen siendo, y los nietos de mis amigos también, aquí tienen una libertad impensable en Madrid», recalca esta maña de Majadahonda, que vestía a sus niñas «como un pincel» el día de la Patrona, «como la gente de aquí».

Los pumas

«Aquí le llaman madrileño a todo el que vive del Puntal para allá», concluye Lola. No le importa que en Cedeira, a los capitalinos los conozcan como pumas (putos madrileños). «Aunque nos llamen pumas nos tratan muy bien, nos acogen muy bien», agradece Cristina. Los Belascoaín se sumaron a otras sagas vinculadas a la capital, como los Zumalacárregui, los Yusty o los Pita.

Hay otros madrileños que no perdonan unos días de vacaciones en esta localidad del norte de Ferrolterra, como el alcalde, José Luis Martínez-Almeida o la concejala de Turismo, Almudena Maíllo. Al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, también se le suele ver algún día por la localidad. «Una cosa son los turistas y otra los veraneantes, que pasaban aquí dos o tres meses», precisa un cedeirés. «Me intriga saber cómo nos ven», confiesa Tito Belascoaín Rivero, a quien la trama estival que se forja en Cedeira le evoca «un poco» la serie Juego de Tronos.