El dueño del perro de Fene del que se queja un vecino: «Duerme 20 de las 24 horas»

ANA F. CUBA FENE / LA VOZ

FENE

Juan Carlos y su perra, Kira, en el porche de su casa, en Barallobre
Juan Carlos y su perra, Kira, en el porche de su casa, en Barallobre CESAR TOIMIL

Juan Carlos Vázquez niega que Kira, de 15 años, ladre sin parar: «Está ciega y sorda, pasa las noches en la cocina de casa y nadie más se ha quejado nunca»

03 dic 2023 . Actualizado a las 13:56 h.

El propietario de la perra de Barallobre (Fene) de la que se queja un vecino porque, según el testimonio publicado hace unos días en este periódico, «desde hace doce años no para de ladrar», niega tajantemente que este sea el comportamiento de Kira, de 15 años. De hecho, esgrime, «nadie más se ha quejado nunca de ella, y hay varias casas [todas habitadas] más cerca de esta que la de ese señor, que está a unos cien metros». Hace 13 años que Juan Carlos Vázquez Méndez y su familia adoptaron esta perra mestiza de apenas diez kilos de peso.

La vivienda se encuentra en O Camiño do Carril. Cuando llegó Kira, los hijos de Juan Carlos tenían once y cuatro años. «Soy de aquí de toda la vida, mi madre vive a 50 metros. Si ladrara como dice [Javier Mejuto, que se construyó una casa a unos cien metros hace doce años] los primeros afectados seríamos nosotros», recalca. Explica que al principio se quedaba fuera por la noche, pero decidieron que pernoctara en el interior cuando empezaron a aparecer jabalíes, corzos o zorros por la zona, para evitar, precisamente, que les ladrara: «No quiero que mi perra moleste al vecindario y lleva ocho años durmiendo dentro».

Kira lleva tiempo «ciega y sorda», por la edad, «y ahora pasa 20 de las 24 horas durmiendo». Durante el día suele estar en su cesta en el porche del inmueble, «y puede ladrar si pasa otro perro, como todos, pero nada más». «No puede decir que ladra siempre —enfatiza—, si hasta a los repartidores que vienen a traer paquetes casi cada semana les sorprendió al verlo en el periódico porque no sabían que teníamos perro. Y el panadero, que viene aquí desde hace tres años, se enteró por la prensa de que había una perra en esta casa».

Problemas y malas formas

Juan Carlos cuenta que «hubo problemas con este vecino desde el principio», y que hace seis años se acercó dos veces, la segunda «de malas formas», para quejarse de los ladridos. «Cuando le dije que dormía dentro, me dijo que le molestaba cuando estaba fuera, porque andaba por la finca... Estamos en una zona rural —recalca— e igual que se oye una desbrozadora o un cortacésped se puede oír el ladrido de un perro. Entonces le dije que no viniera a amenazarme, que si tenía algo que lo denunciara».

Desde aquel momento no volvió a su casa. Pero la pasada Semana Santa, cuando Juan Carlos y su familia se ausentaron durante cinco días, este vecino los denunció en el cuartel por abandono. «La perra se quedó fuera, a cargo de mi madre, que iba a darle de comer. La Guardia Civil comprobó que no había ninguna infracción, tenía agua, comida, estaba en su cesto y bien cuidada», comenta. «El artículo uno de la ordenanza de animales de compañía del Concello de Fene dice que no pueden causar molestias, salvo las derivadas de su especie», remarca el dueño de Kira. Ahí entrarían «los ladridos ocasionales» de esta perra, «como los de cualquier otro can».

Además de desmentir las acusaciones proferidas por Javier Mejuto, Juan Carlos indica que «su comportamiento también le ha causado problemas con otros vecinos». Afirma que con frecuencia le observa «con mirada desafiante» y relata que un día, aún de noche, salió con su hija en el coche y este hombre iba detrás en el suyo, «con las luces largas durante los tres kilómetros, hasta el cruce de Fene». También le extraña que diga que ha tenido que plantar tuyas alrededor de la finca para mitigar el sonido de los ladridos, «cuando tiene unos diez metros sin seto», que coinciden justo frente a su casa.

A este fenés le sorprenden todavía más las protestas «infundadas» de su vecino «cuando él tiene dos perros»: «Aunque estén dentro de su casa, a veces los oigo ladrar desde fuera y nunca me quejé, por qué iba a hacerlo. Son animales. Es lo normal».