Iván Roca, trabajador del servicio de limpieza en Ferrol, sufrió un accidente durante el confinamiento después de que un vehículo arrollase la barredora que conducía
29 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El 2020 se convirtió en un año negro para Iván Roca López la madrugada del 18 de marzo. Cuatro días después de decretarse el primer estado de alarma, este trabajador de la limpieza conducía, ya de retirada hacia Catabois, una de las barredoras del servicio municipal de limpieza de Ferrol. Circulaba por uno de los puntos negros del tráfico en la ciudad, la rotonda de Basanta, pero a las cinco de la mañana y en pleno confinamiento no había ni un alma sobre el asfalto. O eso le pareció, porque de forma repentina e ignorando su presencia, un coche se incorporó a la glorieta saltándose el ceda el paso y se estampó directamente contra él. «Me llevó por delante», resume. La barredora volcó y se arrastró por la carretera. «Sentí muchísimo dolor en el costado, pero la conciencia no la perdí», relata, lo que le permitió llamar por teléfono para alertar de lo sucedido. Quedó atrapado en el interior y tuvo que ser excarcelado por los bomberos. «Es una barredora, un vehículo especial que no tiene airbag ni nada», por lo que el golpe fue muy duro.
La ambulancia lo llevó al hospital, y aunque no llegó a quedar ingresado -«porque ya estaba el coronavirus en auge», recuerda- le quedó por delante una lenta y complicada recuperación de cuatro meses que todavía no ha completado. «Fue una recuperación mala, mala, mala: la mutua cerrada, todo a base de pastillas y tirado en cama», dice. A mediados de julio volvió al trabajo, pero sigue yendo por privado al fisioterapeuta «porque aún hay cosas» de las que no se sabe si quedarán secuelas.
Iván, de 34 años, vecino de Narón y una década trabajando para Urbaser, atribuye el accidente a un despiste del joven que conducía el automóvil. No lo vio pese a que la barredora llevaba los rotativos y todas las luces encendidas. «Cuando salgo con eso [la barredora], lo hago alumbrado hasta arriba, porque si no... Y mira, aún así...», apunta. «Éramos él y yo. No había otro triste coche», rememora, pero «despistes tenemos cualquiera, qué le vas a hacer», disculpa a quien le embistió, que le pidió perdón y dijo no haberlo visto. Se dirigía a su trabajo y dio negativo en las pruebas de alcohol y drogas.
Las marcas que le dejó el asfalto en la espalda le recuerdan a diario lo ocurrido. Y ayer también tuvo que hacerlo, pero en otro contexto bien diferente: el de la recepción que le brindó el alcalde en el Ayuntamiento, un compromiso que había adquirido Ángel Mato tras el accidente. Junto a la concejala de Servizos, Ana Lamas, «queriámoslle expresar o noso agradecemento polo traballo que tanto el coma os seus compañeiros realizaron dende marzo, xa que o seu labor é crucial en calquera emerxencia sanitaria, e máis nunha coma a deste ano. E transmitirlle a nosa ledicia por que se recuperara despois de ser vítima dun desgrazado accidente», dijo el regidor.