Fomento cierra los pasos por encima de las vías y obliga a los vecinos de la zona de Freixeiro y Piñeiros a dar una vuelta de un kilómetro
21 nov 2018 . Actualizado a las 13:48 h.El famoso anuncio de un lavavajillas le sirve a Manuel Dopico, un vecino que lleva 48 años en Freixeiro, para definir la situación actual: «Esto es como Villarriba y Villabajo». Lo dice nada más llegar a la zona de la vía del tren que divide en dos la calle Álvaro Paradela, en Narón. A un lado, en paralelo al ferrocarril, está la calle Cerrallón de Arriba, mientras al otro está Cerrallón de Abaixo, ahora separadas más que nunca por el cierre llevado a cabo por Fomento de los pasos habilitados.
En apenas medio kilómetro se concentraban tres atajos que obligaban a cruzar por el medio de las vías -algo prohibido- y que eran utilizados a diario por decenas de usuarios. ¿Por qué se arriesgaban? Porque la alternativa ahora es dar la vuelta bien por la carretera de Cedeira, bien por el puente en forma de U para vehículos habilitado al lado del apeadero de Piñeiros.
«Para entrar en casa necesito una puerta y ahora no la tengo», argumenta Dopico, quien recuerda que hace ocho años «empezaron a vallar todo», pero a la noche siguiente habilitaron las sendas que se mantuvieron hasta ahora. Así lo comprobó La Voz en febrero, cuando se podían ver incluso alfombras para no resbalar al lado de las señales de prohibido el paso. «Se pechan o paso, pechan o pobo», aseguraba una vecina. Y esa es la sensación que se siente allí ahora. Ocurren casos como el de María José Sánchez, que cada mañana y cada noche acude a una casa del otro lado a levantar a una persona mayor. «Antes me llevaba un minuto, ahora tardo entre diez y quince», cuenta, al tiempo que recoge firmas con otros vecinos para exigir «al Gobierno central y al Concello de Narón soluciones para superar dicha división». Esto, aunque por otro lado, también lo está haciendo la asociación de vecinos de Freixeiro, mientras la de Piñeiros fue la que envió al Ayuntamiento un escrito.
La realidad, más allá de lo que se pueda conseguir con esas peticiones es que ahora están más lejos los institutos para las casas más cercanas de la carretera de Castilla. En la parte de los centros escolares también queda un Gadis. En el otro costado están, entre otros servicios, los bancos y la farmacia. «Antes tiñamos todo iso e agora nada. Eu cada mañá que podía tamén ía tomar un viño ao outro lado», cuenta Tomás Martínez, vecino desde hace 55 años. «Eu ía amodiño, pero seguía cruzando», añade Celestino Lorenzo, con 87 años y dos muletas, que en febrero protagonizó la imagen del reportaje.
La nueva valla de Álvaro Paradela está ahora en parte arrancada, probablemente a raíz de que algún usuario se haya hartado de no poder pasar. Alguno, como se puede comprobar, hace uso de las barandillas que están cerca de la carretera de Cedeira para colarse por el medio. Eso mismo lo hacen también estudiantes, y algunos incluso se han apuntado al bus escolar para no dar toda la vuelta caminando. El problema afecta a más de dos centenares de vecinos de la zona.
Un paso subterráneo, la única solución posible según el Concello
El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) es el responsable de la vía, pero el Concello de Narón está atento a las reivindicaciones de los vecinos. En su día se estudió la colocación de un paso levadizo, pero se dio por imposible, por lo que la única alternativa que queda es uno subterráneo como una continuación de la calle Álvaro Paradela. No obstante, por movilidad habría que instalar un ascensor, de manera que eso elevaría sobremanera los costes.
Por otro lado, la petición de mejora de la iluminación, sobre todo en la zona del apeadero, se empezó a mejorar este martes. Se colocarán un proyector y una farola. Eso sí, la estrechez del puente para vehículos -solo puede pasar uno a la vez- hace que para los vecinos suponga también un peligro, en un lugar, además, cerca de la guardería.
Otras noticias del día en La Voz