SI POPEYE LO HUBIESE SABIDO Doy fe de que se pasaría a las algas, porque las verduras del mar conquistan en cocina y son fuente de salud. ¿Sabes que tienen vitaminas C y D, calcio, hierro o yodo por un tubo? Pon algo de alga en tu vida.
06 mar 2015 . Actualizado a las 16:19 h.Señoras y señores, bienvenidos al maravilloso, fantástico e increíble... ¡mundo de las algas! No he hecho nada más que empezar y ya oigo un «pero eso... ¿¡se come!?». Yo añadiría, «se debe». Además, hay producto gallego y ecológico elaborado para envidia de los japoneses. Todo son facilidades. Reconozco que me costó hincarles el diente, sentía un repelús interior, me envolvían en pesadillas como en aquella foto de la pintora viveirense Maruja Mallo... y después de más tentaciones que con 50 sombras de Grey, perdí mi miedo a las verduras del mar. Me estrené con una sopa de miso y un shushi sin pescado en un curso de nutrición con Nuria Granados en Ribadeo. ¡Oh sorpresa, descubrimiento supremo! Ahora caigo, qué perdidiño me andabas Popeye con las espinacas.
UN TESORO MARINO
Me voy a poner en plan Punset primero y luego en plan Adriá. Explican desde la pontevedresa y pionera Algamar, que las deshidrata para que nos las comamos a gusto, como también hace Portomuíños, que aparecieron hace 3.200 millones de años y ellas fueron las creadoras de la función clorofílica. ¡Toma ya! La Galicia atlántica es un vergel, con unas 60 especies, una huerta submarina de agárrate que hay alga. Su valor nutricional es para ponerlas en un pedestal y no bajarlas: tienen bajo contenido en calorías y grasas, alto en minerales y oligoelementos y superan a otros alimentos en fibra, calcio (20 veces más que la leche), vitaminas C y D (algunos casos 500 veces más) o hierro (hay especies que lo doblan). En antioxidantes, campeonas. Aportan la B12, que los vegetales terrestres no tienen y ayudan a eliminar toxinas. En casos de hipertensión o problemas de tiroides, mejor limitar el consumo. Pero siempre, apostar por materia prima certificada y de calidad, un valor seguro. Para los que aún me ponen caras raritas, su digestibilidad alcanza el 60 % en el hombre.
Desde Mar de Ardora, explotación sostenible y artesanal con menos de un añito en Ortigueira, Sergio Baamonde, socio con Alberto Sánchez, declara su amor incondicional a las algas ante un grupo de aprendices de cocina en el IES de Foz: Y les advierte, a la hora de prepararlas: «Son sensibles, su textura es delicada». Como yo, snif. Con poca cantidad, unos 10 gramos, basta para convertir una receta en un «superplato» de «esencias salitrosas con aromas a marisco». Aunque si viene tu cuñado a cenar, tú dile, sin rubor: «Sí, sí... lleva bogavante y centollo». Pueden echarse en un caldo y enriquecerlo para decirle bye bye al Avecrem, mezclarlas en un puré de verduras, hacer sushi, hacerlas sustitutas del laurel en pasta o arroz, con algunas hacer chips, patés, hasta postres como en el caso del gelatinoso agar-agar, saltearlas... El cocinero Daniel López, de O Camiño do Inglés, nos da una idea para recibirlas con los brazos abiertos y la boca salivando. Unas tienen sabor fuerte, otras neutro, sirven para jugar en la cocina a ser... ¡Algamán!