Un asteroide lleva el nombre de un vecino de Valdoviño: en busca de Manuel Carreira

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida VALDOVIÑO / LA VOZ

VALDOVIÑO

Asteroide Carreira a la izquierda, el jesuita Manuel Carreira (Vilarrube, Valdoviño) a la derecha
Asteroide Carreira a la izquierda, el jesuita Manuel Carreira (Vilarrube, Valdoviño) a la derecha Observatorio Vaticano

El astrofísico y jesuita nació en Vilarrube para dedicar su vida al estudio de los rayos cósmicos, y al invento de diversos instrumentos astronómicos

09 sep 2024 . Actualizado a las 18:52 h.

En las tinieblas de la desmemoria se despedía del mundo el gran astrofísico Manuel Carreira, hace cuatro años en Salamanca. Quizás en un momento de lucidez tuvo un recuerdo para las dunas de Vilarrube, rincón de Valdoviño en el que nació en 1931. Durante sus prodigiosos 88 años de vida, este jesuita e investigador colaboró nada menos que con Clyde Cowan (descubridor del neutrino) en el estudio de los rayos cósmicos, trabajó como astrónomo adjunto en el Observatorio Vaticano y fue profesor en universidades de Estados Unidos. Inventó diversos instrumentos astronómicos, y según el Observatorio Astronómico Vaticano «abogó apasionadamente por la compatibilidad de la ciencia y la fe». Desde este año un asteroide lleva su nombre: el (658642) Carreira. El alma de Valdoviño recorre así el espacio, entre las órbitas de los planetas Marte y Júpiter.

El ahora llamado (658642) Carreira = 2017 SK134 fue descubierto el 29 de septiembre de 2017 en el Observatorio Astrofísico de Baldone (Letonia) por los astrónomos Kazimieras Cernis e Ilgmars Eglitis. Cuenta con una excentricidad de 0.0859, un semieje mayor de 3.0395 au y una inclinación de 8.27 grados. La Sociedad Española de Astronomía confirmaba en mayo que «el último boletín IAU WGSBX (WG Small Bodies Nomenclature) de la Unión Astronómica Internacional recoge el nuevo nombre de dos asteroides desde ahora dedicados a los astrónomos españoles Manuel Carreira e Ignasi Ribas». En el caso de Carreiras, se reconocía así su brillante trayectoria como astrofísico que incluye un historial de colaboración con la NASA además de haber sido un grandísimo fotógrafo del cosmos.

Órbita del asteroide, entre Marte y Júpiter.
Órbita del asteroide, entre Marte y Júpiter. Observatorio Vaticano

En busca de Manuel Carreira navegamos hasta América, donde sus compañeros lo conocían como Manny. Según el Observatorio Vaticano, «era un fotógrafo maravilloso, era conocido sobre todo por sus obras de divulgación científica y filosófica; siendo sus aportaciones profesionales a la astronomía más desconocidas a pesar de su alto nivel científico». Tras nacer en Valdoviño y crecer en Vilalba, ingresó en la Compañía de Jesús en 1948. Realizó el noviciado y juniorado en Salamanca, donde estudió Lenguas Clásicas. Después se formó en Filosofía en la Universidad de Comillas y en 1957 continuó sus estudios en Estados Unidos, siendo licenciado en Teología por la Universidad Loyola de Chicago. Ordenado sacerdote en 1960, obtuvo un máster en Física en la universidad John Carroll de Cleveland. Y justo allí acabaría impartiendo clases, labor que compaginaba con su otra profesión de sacerdote (que ejerció en diversas parroquias de EE.UU.).

Medalla Castelao en 1999

¿Fue Manuel Carreira o Manny profeta en su tierra? Al menos en 1999 la Xunta le concedía la Medalla Castelao. Y su perfil internacional ya se había consolidado en 1987 con la Cenntenial Medal de la John Carroll. Inventó un instrumento con el que observar las estrellas mirando hacia abajo a través de una serie de espejos. También ideó el equivalente a un telescopio de varios metros pero con espejos y medio bidón: ambos podían enfocar la misma distancia desde la Tierra. Ejerció como conferenciante y profesor (labores que desempeñaba con entusiasmo) hasta el año 2016, cuando ingresó en la residencia de los Jesuitas de Salamanca.

Manuel María Carreira Vérez dedicó 60 años al sacerdocio y 30 al profesorado en la Universidad de Comillas. Escribió obras como El origen del universo. Y dedicó toda su vida a descifrar los incontables misterios que rondaban por el cielo, hasta que la enfermedad del Alzhéimer puso fin a sus días.