Aquellos maravillosos amores de los 90 en Ferrol y comarca: besos, bodas, bares y rock and roll
VALDOVIÑO
Desde novios a lo loco en alcoholemias tras su boda, hasta pasiones de barra en Zebra o besos robados en el Cantón
07 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Tempus fugit. Pero hace treinta años muchos ahora honorables padres de familia bailaban disfrazados de gorilas en las tarimas de La Nave, apuraban la noche con pasiones de barra en Zebra... o se enamoraban con besos robados en el Cantón. Sin teléfonos móviles ni redes sociales, la llama se avisaba a base de telefonazos a casa de los padres, monedas en las cabinas ahora desaparecidas... o directamente quedando en manos del destino: con citas en Ink, calimocho compartido en las romerías de la Fraga, o bollycaos a la salida del instituto.
Un zambullido sentimental en la hemeroteca de este periódico permite recuperar locas y apasionantes historias. Como la de aquella boda que llegaba en caravana ebria y festiva desde Valdoviño cuando fue interceptada por un regimiento anti alcohol de la Guardia Civil. Como registraba la crónica de aquel mayo de 1999, la novia vestida de blanco, el padrino y el novio en chaqué acabaron no solo soplando por el pitorro. Sino que incluso pidieron clemencia para los invitados. La respuesta del jefe del destacamento imponía cordura en aquellos desatados años de nueve pasajeros por Seat 127 de bar en bar: «Hay casos así, pero la ley es la ley».
Aquellos enlaces de cigalas y jarrete de ternera se celebraban por todo lo alto en Peizás, Casa Toñita, La Torilla o el Brisas. Se bailaba el Saturday Night mientras los amigos de los novios intercambiaban pareceres y efluvios en el aparcamiento. Horas después, lágrimas de desamor se llorarían en los buses de regreso a los campus universitarios de Santiago y Lugo: donde los jóvenes de la época disfrutaban de vidas paralelas lejos de los hogares paternos, sin vigilancia y como si no hubiese un mañana, con noches alegres y amaneceres tristes.
Contaba este periódico, allá por 1998 (sonaba Gala con Come into my life), que en aquel año solo se habían registrado 855 bodas en Ferrolterra, Eume y Ortegal. Nada que ver con las 1.570 de 1978, cuando la democracia se festejaba con amor loco y el naval soñaba en tecnicolor. Los tiempos habían cambiado en los 90 al igual que los rituales de pareja: con las chicas universitarias viviendo la libertad de pasar toda la noche fuera de casa, eligiendo y rompiendo con todo.
Aquellos jóvenes vivieron cosas que los centennials nunca creerían: escapadas en Vespino sin casco, canciones de Dinosaur Jr. en los bares, kriptonita en las copas del Kristal... Después llegarían desamores, trabajos, más enamoramientos, hijos y rutinas. La vida y sus vaivenes. Todos se harían mayores. Pero qué noche la de aquel año 1998 en Ferrol.