La decisión de S&P de rebajar la nota de la deuda francesa desde AAA a AA+ ha cogido al país en plena precampaña electoral para las presidenciales, que se celebran a dos vueltas en abril y mayo. Y según una encuesta publicada por el diario Le Figaro, el 63,5 % de los franceses creen que la decisión de S&P tendrá influencia en los comicios.
Parece evidente que el perjudicado será el candidato conservador y actual presidente, Nicolas Sarkozy, y el beneficiado, su máximo rival, el socialista François Hollande. Aunque también hay quien opina que, en realidad, quien acabará pescando en río revuelto será el ultraderechista Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, que en el 2002 ya logró entrar en la segunda vuelta de las elecciones.
Como sucedió en España antes de las generales de noviembre, la economía se ha convertido en el único eje del debate político galo, con puntos calientes casi idénticos a los que se vivieron aquí. Como el de la posibilidad de constitucionalizar un límite máximo al déficit público, que llegó a situarse en Francia en el 7,5 % en el 2009 y que llega hoy al 5,8 %.