Unos años atrás, un Santiago Domínguez (BNG) concejal de Deportes, avalaba la construcción de un nuevo Balaídos con dinero público. Ya entonces se consideraba que el estadio vigués se encontraba en mal estado y lo que las fuerzas políticas discutían era si se derribaba y se reconstruía en su actual ubicación o bien se trasladaba al extrarradio de la ciudad.
En este tiempo las cosas han cambiado mucho debido fundamentalmente a la crisis económica. Ayer el portavoz nacionalista descartó que el Concello deba invertir dinero en un nuevo estadio y abogó por mejorar el mantenimiento de Balaídos e implicar al Celta en esta labor.
«Nestes momentos hai outras prioridades cara á cidadanía», aunque no vería con malos ojos que «entidades privadas pongan cartos».
Su pronunciamiento se debía a la reciente caída de cascotes en la grada Río Alta, que se produjo el viernes durante el último partido del Celta. No se produjeron daños personales pero el incidente puso de nuevo sobre la mesa el estado en el que se encuentra el estadio municipal.
Precisamente ayer técnicos municipales de Urbanismo y de Deportes visitaron el recinto acompañados de representantes del club, a quien un comunicado del Concello considera «responsable do mantemento das instalacións», y del propio concejal de Deportes, el socialista Manel Fernández.
En función de los datos obtenidos los técnicos elaborarán un informe, momento a partir del cual el Concello «adoptará as medidas oportunas». La escueta nota no avanza las opciones existentes ni si los técnicos valoraron como preocupante el panorama observado.
Respecto a lo que haya que hacer, el BNG considera que tiene la palabra el gobierno local, incluida la posibilidad de introducir una partida en los presupuestos del 2012. Recordó Domínguez que durante su etapa y en el mandato anterior, cuando era concejal de Deportes el también nacionalista Xabier Alonso, «fixeronse investimentos importantes nas tribunas e en iudad».
Según cálculos estimativos, construir un nuevo estadio constaría más de 60 millones de euros.