Los traficantes se han desplazado a lugares próximos como A Moura
11 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Penamoa no es, ni de lejos, lo que fue. Ya no se ve aquel trasiego de toxicómanos de antes ni a traficantes vendiendo heroína con total descaro, a gritos. Pero algo queda. Sin chabolas, los clanes se vieron abocados a cambiar de aires, a buscar casas abandonadas en las inmediaciones e incluso a trapichear de forma ambulante. Siguen por la zona, pero moviéndose. Al ritmo marcado por la policía, que no les quita ojo. Se les han visto en A Moura y en A Baixadoira.
No hace ni una semana sorprendieron a la célebre Tomates en una pequeña casa semiabandonada con varias dosis de droga. A escasos cien metros del desaparecido asentamiento. Junto a ella, un matrimonio, también detenido. Ahora los agentes miran hacia una vivienda de A Moura. Desde la asociación de vecinos del Ventorrillo y desde la plataforma por la erradicación del poblado vienen denunciando durante semanas la presencia de uno de los clanes en esa zona. Fuentes policiales afirman que ya están investigando y su desmantelamiento «es cuestión de días». Pero saben que tan pronto desaparece un foco de trapicheo aparece otro. No muy lejos. También es cierto que el tráfico de droga «ha disminuido enormemente», solo «quedan rescoldos», según afirma la presidenta vecinal Rosa Barreiro, que no entiende la presencia de traficantes en la zona que son detenidos «una y otra vez» y terminan volviendo. Ana Oreiro, desde la plataforma por la erradicación del asentamiento, pide mayor presencia policial. Lamenta que solo se actúe después de multitud de denuncias vecinales. Pese a agradecer la disminución de tráfico de droga tras la desaparición de las chabolas, cree que «se ha de vigilar más de lo que se vigila» y evitar nuevos asentamientos, como el desmantelado la semana pasada, que llevaba funcionando meses «sin que nadie hiciese algo para remediarlo».
Regeneración
Están a punto de cumplirse tres meses del derribo de las últimas chabolas del poblado y algo que también preocupa en la zona es la regeneración. Ana Oreiro afirmaba ayer que en la última reunión mantenida con el concejal de Servicios Sociales, Miguel Lorenzo, este les prometió que al día siguiente del derribo comenzaría la limpieza y regeneración de todo el poblado. «Pero no se hizo», lamenta. Lo que sí se hizo y que «no sirve de nada» para esta responsable vecinal es echar camiones de tierra sobre los escombros, «tapando los residuos», denuncia a la que se suma la oenegé Arco Iris. Además, añade Oreiro, esos trabajos solo se llevan a cabo en la zona alta, pero la conocida como Casas Blancas «sigue como antes». También se queja de que este área se convirtió en un vertedero ilegal.