Joaquín Díaz se ha convertido en el cabecilla de la lucha anti desahucios
24 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.El 11 de febrero del 2011 La Voz publicaba este titular: «Convoca una protesta en la UDC y acude solo él». Se refería al intento frustrado de Joaquín Díaz, un estudiante de Socioloxía. Quería mostrar un rechazo colectivo a los recortes en el ámbito de la educación. Pero nadie lo secundó. El único manifestante fue él. La situación, entre el despropósito y lo surrealista, se convirtió en una de esas noticias que arrasaron. En Galicia y fuera de ella.
«Recuerdo perfectamente lo de la protesta aquella a la que no fue nadie. Al final, al salir en el periódico, se enteró todo el mundo y me lo tomé con bastante humor, ¡qué remedio!», se ríe. Las cosas han cambiado mucho. De congregar a cero entonces a reunir a cientos ahora. El pasado lunes, tras el intento de desahucio de Aurelia Rey en Padre Feijoo, su rostro pasó a ser el de todo un líder social. Igual dirigía al grupo, megáfono en mano, que se enfrentaba a la policía o atendía en directo a Ana Rosa Quintana. «Buff, fue una locura, el miércoles tenía 125 llamadas», admite.
Vecino del barrio de Los Rosales, Joaquín a sus 24 años está a punto de terminar la carrera. Es el segundo intento. «Había empezado Geografía en Santiago. De hecho, tengo la mitad hecha, pero en un momento dado hice un poco el parvo -reconoce-, perdí la beca y me tuve que volver. Así terminé en Socioloxía».
Antes cursó la ESO en los Maristas y el bachillerato en el instituto Masculino. En estos momentos, aguarda el inicio de las prácticas en los servicios sociales del Ayuntamiento de Culleredo. «Me las han concedido hace unos días. Es en lo que me gustaría trabajar, sobre todo en temas de gestión. Cada vez hay menos recursos para ello, pero tengo claro que es lo mío».
Aquella manifestación individual, con la que se convirtió en un personaje público, había sido su primera iniciativa. «Antes, en Santiago, había participado en alguna asamblea de estudiantes, sin más», recuerda. Pero no desistió. El 16 de mayo del 2011 cogió un saco de dormir y pasó la noche en el Obelisco, junto a otras 13 personas. Lo recoge la fotografía que La Voz publicó de aquel día. Era el capítulo inaugural del movimiento 15-M en la ciudad, el inicio de lo que luego se materializaría en la Acampada Coruña. De ahí surgiría, ya en verano, la rama coruñesa de Stop Desahucios. Hoy, Joaquín es su cabecilla.
Trabajo altruista
El gran problema de Joaquín, como el del resto de los activistas de Stop Desahucios, se encuentra en el tiempo. «Trampeo, falto a alguna clase y lo saco de donde puedo para ayudar a los desahuciados», señala. Una buena parte de ese tiempo que extrae de aquí y de allá lo ha dedicado en las dos últimas semanas al caso que ha tenido en vilo a la ciudad: el de Aurelia Rey, la mujer de 85 años amenazada de desalojo por el impago en su alquiler.
Pensaba que la solución iba a ser fácil. Se equivocaba: «La verdad es que, cuando conocimos el caso, no nos parecía nada complicado de resolver. Pero luego, al ver la situación real, nos dimos cuenta de que la actitud de la familia lo iba a complicar todo». Entonces, iniciaron una serie de medidas de presión: encuentros con los abogados de los propietarios, concentraciones en la calle y contactos en Servicios Sociales. Todo hasta que llegó el gran día: 18 de febrero, la fecha del desahucio.
«Fue una auténtica locura», resopla. «Primero hubo una supuesta victoria pero, al final, no fue tal -recuerda-. Nos engañaron con el anuncio del aplazamiento del desahucio por el TSXG. Cuando ya quedábamos solo unos pocos, llegaron los antidisturbios, cortaron la calle y pasó lo que pasó».
Joaquín fue uno de los que acabó arrastrado por el suelo con los ediles Xosé Manuel Carril (BNG) y César Santiso (EU-V). «En ese momento solo pensaba que no tenían ningún motivo para detenerme, por eso me quedé allí plantado. Después nos dijeron que nos iban a detener y ya no pudimos volver», recuerda.
Rehúsa quedar como un héroe. «Tampoco fue para tanto», dice quitándose importancia, aunque asegura que lo volvería a hacer. Y, para descartar suspicacias, se desmarca de la política: «Nunca formé parte de ningún partido».
«Lo de la protesta a la que no fue nadie me lo tomé con bastante humor, !qué remedio!»
«Trampeo, falto a alguna clase y saco tiempo de donde puedo para ayudar a los desahuciados»
Joaquín Díaz