S on 213 centímetros de sentido del humor. «Soy de la misma generación que Epi, Iturriaga o Indio Díaz. Una buena añada, la de 1959. Déjalo así, no calcules los años», comenta el coruñés famoso más alto. Una leyenda del baloncesto. Tiene tres hijos, Nacho, nacido en el 84; Cristina, del 88; y Macarena, del 96. «El mayor trabaja de creativo publicitario y le encanta lo que hace. La mediana vive para el Deportivo y es fundadora de la peña Centenariazo. Así es la vida, yo que fui capitán del Real Madrid... Y la pequeña es un volcán hormonal», describe a su hijos. En A Coruña vive su madre, que le sigue preparando «un caldo en el que metes la cuchara y no se cae ni para un lado ni para otro», y un hermano que mide 1,95. «Es un enano», dice Fernando Romay.
En Cuatro Caminos
Quedamos en el Tryp Coruña de Cuatro Caminos, un lugar en el que se agolpan los recuerdos y al que regresa «todo lo que puedo y más». «Nací justo aquí, en donde ahora está este hotel», apunta mientras señala hacia la calle Alcalde Marchesi. «Habían tirado la estación vieja. Ahí había una casa alta, que sería de cuatro pisos, un almacén de pescado, un taller de ruedas y mi casa. Cuando vengo aquí se me desata el Neandertal», rememora. Estudió parvulitos en los Dominicos y después en el colegio El Ángel. La altura de aquel chaval llamó la atención del Real Madrid y con 14 años emigró. «No fue fácil, y entonces Madrid estaba más lejos que ahora. Pero siempre he sido un poco Forrest Gump, cuando estoy con un bombón ya pienso en el siguiente», reflexiona.
Cuestión de altura
La gente que pasa cerca de donde estamos se le queda mirando. Unos porque lo conocen de sus años de jugador, otros por su participación en programas como Mira quien baila, y la mayoría porque nunca han visto un hombre tan alto. «Mi falta de pudor es porque toda la vida me he sentido observado. Paso de la gente. Pero me miran porque soy guapo, no por alto», dice sonriente. Es tan grande como gracioso. «Mi cuerpo evoluciona como los televisores. Antes estaba cuadrado, ahora estoy panorámico y voy camino de ser tridimensional», puntualiza.
El Básquet Coruña
Vino a ver un partido del equipo de su ciudad del que dice que «le hacen falta cuatro cositas para estar arriba». Fernando Romay reconoce que le gustaría vivir en A Coruña. ¿Y ser presidente del equipo? «Claro que me gustaría, pero no me siento preparado. Puedo colaborar, pero el club tiene un presidente fantástico, un proyecto bien hecho y un gran equipo», analiza. Tan solo se pone serio cuando hablamos de la situación actual del país. «Antes en las crisis cada palo aguantaba su vela, pero ahora dependemos de otros. Cómo es posible acumular riqueza de forma ilícita. ¿Necesitan robar tanto? Por lo menos la crisis va a servir para que cambien algunos valores que se habían establecido y que no eran buenos. Eso espero», reflexiona.
Deporte y ejercicio
Hace poco se lesionó en un partido de veteranos. «He dejado de hacer deporte y ahora hago ejercicio, en el gimnasio, que es muy aburrido», asegura. Dice que se cuida bastante. «Fíjate que solo hago una comida al día, eso sí, desde que me levanto hasta que me acuesto». Una última pregunta, ¿Cuánto pesas? «Todo», responde Romay.
«Me encantaría ser presidente del Básquet Coruña»
«Hago una comida al día: de la mañana a la noche»