En las calles de la ciudad hay instaladas 42.449 farolas y el veinte por ciento de su luz se pierde reflejada hacia el cielo
14 abr 2013 . Actualizado a las 06:00 h.chequeo al medio ambiente luz urbana
Nos anunciaba esta semana el concejal de Fomento los resultados de las pequeñas instalaciones eólicas y fotovoltaicas instaladas para contribuir energéticamente al alumbrado urbano. Con esa pulsión que tiene el Concello por querer ser el primero en lo que se tercie, declaraba también David Regades que Vigo era la ciudad pionera de España en aplicar esta tecnología. Curiosamente se contradecía a si mismo reconociendo que en Valladolid existen instalaciones similares, pero no andaba fino el buscador de Internet del concejal, porque indagando un poco encontraría unas cuantas localidades más a lo largo de la geografía que llevan tiempo aplicando el sistema en Andalucía, Canarias, Castilla y León, Cataluña, Navarra, etc.
Esperamos de todas formas poder comprobar, como anunciaba el concejal, la monitorización en tiempo real en la web del Concello de estos datos, porque sin dudar de las cifras aportadas por el responsable de Fomento nos parecen, especialmente en los aerogeneradores de Samil y O Vao, sorprendentemente eficientes. Seríamos los primeros en alegrarnos si pudiéramos verificar esas cifras.
Todo sea por una mayor eficiencia en el alumbrado urbano, porque tener muchas luces no siempre es sinónimo de inteligencia, y nuestra ciudad, con su exceso de iluminación urbana, demuestra un comportamiento poco inteligente. Son muchas luces, en efecto, concretamente 42.449 puntos de luz, farola arriba, farola abajo.
El gasto energético que supone conseguir que Vigo sea muy visible por las noches desde la estación espacial, porque aproximadamente un 20 % de la luz se pierde reflejada hacia el cielo generando contaminación lumínica (por cierto, las calles humanizadas aumentan ese efecto albedo), alcanza los 22 millones de kilovatios cada año y su correspondiente coste económico de 3,2 millones de euros anuales. Es mucha energía y mucho dinero el invertido en iluminar calles y aceras.
Menos luz en el rural
Concretamente el centro urbano, Lavadores, Comesaña, Teis, Freixeiro y Navia tienen zonas que exceden la luminosidad media de una ciudad. Iluminar el centro nos cuesta 124 vatios por metro cuadrado, que contrasta con los apenas 17 de Coruxo o los 8 de Zamáns.
Y en estas estábamos cuando el Concello anuncia el cambio de las lámparas urbanas, pues las actuales, de vapor de mercurio, además de ineficientes energéticamente son altamente contaminantes. Sin dudar la convicción que pueda existir detrás de esta acertada decisión, convendría recordar que ante todo se produce, justo ahora, por obligación legal, pues una directiva europea prohibirá de forma inminente las contaminantes lámparas de mercurio. Consecuentemente se plantea la compleja decisión: ¿qué tipo de lámparas instalar en sustitución de las de mercurio?
Radiación
Para analizar la cuestión, por una parte está la eficiencia energética, traducida en la diferente capacidad de iluminación, o lúmenes por metro cuadrado que se producen con la misma cantidad de energía. Cuanta más luz producida con menos gasto energético mayor eficiencia se obtendrá. Pero existen otros factores a tener en cuenta, como el balance ambiental y la huella ecológica a lo largo de su ciclo de funcionamiento, que incluyen desde las materias primas que componen cada lámpara, su proceso y lugar de fabricación y los residuos que puede generar una vez terminada su vida útil.
Todas las lámparas de alto rendimiento para iluminación urbana tienen sus aspectos positivos y negativos. Las de vapor de mercurio son extremadamente contaminantes, las de vapor de sodio de alta presión (que también contienen mercurio) tiene excesivo consumo y producen mucho calor, y por último las LED son costosas y además producen radiación en longitudes de onda corta, una de sus características menos positivas, junto al elevado precio que presentan.
Las farolas LED llegan a Vigo tras instalarse en localidades de varias autonomías