A sus 75 años el legendario actor se sube esta noche por primera vez al escenario del auditorio de Vilagarcía para interpretar «Yo soy Don Quijote de la Mancha»
19 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.? Una leyenda de la escena interpretando a una leyenda de las letras. José Sacristán es Don Quijote. Por segunda vez. Ya lo había sido en el musical El hombre de la Mancha. En esta ocasión, en una adaptación teatral estrenada en julio del 2012 en el Festival de Almagro y que, tras su paso por el Teatro Español de Madrid, recala hoy en Vilagarcía.
-Interpretar al Quijote consagra a cualquier actor. Usted ya lo ha hecho dos veces. ¿Cómo se siente?
-Es un lujo. Primero porque como actor lo paso pipa diciendo esos palabros que ordenó el maestro Cervantes. Y después, porque además me proporciona la satisfacción del deber cumplido como ciudadano, de estar sobre un escenario sin querer dar doctrina ni nada que se le parezca pero hablando de cosas que afectan y tienen que ver con el ser humano y sus problemas.La justicia, el amor, la muerte...
-¿El héroe idealista sigue siendo hoy necesario frente al desmoronamiento de la sociedad?
-Por supuesto. Pero no solo hoy. Es imprescindible en todo tiempo. Don Quijote sale en 1605 a remediar todo lo que había a su alrededor de injusticia, de atropello y de filibusterismo. Y lamentablemente, ahí seguimos.
-¿Quiénes son los Quijotes de hoy en día, si es que los hay?
-Claro que los hay. Los hay en las oenegés o toda esa gente que dedica su vida a ayudar a los demás.
-¿Qué le aporta José Sacristán al personaje de Don Quijote?
-No lo sé. Desde luego, nunca he tratado de competir con otros grandísimos actores que han interpretado al personaje como Fernando Rey, Juan Luis Galiardo o Fernando Guillén.
-¿Pero algo diferenciará a su Quijote?
-La diferencia está en el texto que ha escrito José Ramón Fernández y en la propuesta del director, Luis Bermejo. La mía es solo una interpretación clara y abierta.
-¿Ha descubierto algo de El Quijote con esta obra?
-El Quijote no se agota nunca. Lo vuelves a leer y descubres siempre una nueva mirada sobre la condición humana. Y cada vez lo encuentras más divertido, más ameno. Perdón por la cursilería pero El Quijote es una fuente a la que hay que volver a beber continuamente.
-Entre el idealismo del Quijote y el sentido práctico de Sancho, hoy en día ¿con qué se queda?
-No son antagónicos ni están encontrados. Son perfectamente complementarios y se deben el uno al otro.
-Después de más medio siglo de profesión, ¿todavía le motiva el recorrer España de teatro en teatro o cada vez le das más pereza girar?
-Me motiva, me motiva. Para mí este oficio sigue siendo un juego maravilloso. Cada función es un placer. Y luego, si quieres que te diga la verdad, lo que también es un placer es la cena con los compañeros. Eso es la ostia. Porque qué bien se come en España. ¿Y en Galicia? ¡Oh! Va a hacer 60 años que me gano las lentejas con esto y no hay un día en que no reconozca que es un privilegio.