«Si todos acabasen, no tendría valor»

Pablo Gómez Cundíns
Pablo Gómez REDACCIÓN / LA VOZ

FIRMAS

Paco Rodríguez

Marc Coma, el español que más veces ha ganado el Dakar en motos, regresa a Galicia para trasladar las enseñanzas de la prueba más dura del mundo

29 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Dicen de Marc Coma Camps (Aviá, 1976) que es un ejemplo de valor y compañerismo. Esos valores y no los puramente competitivos fueron los que llevaron a Aviva y Novagalicia Banco a proponer al español que más veces ganó el rali Dakar en motos (tres) a intentar trasladar las enseñanzas del desierto en la prueba más dura del mundo al quehacer diario de un despacho.

-¿Qué tendrá qué ver ir a toda velocidad por el desierto con un banco o una aseguradora?

-Cuando me ve, la gente solo ve un hombre en moto por el desierto. Pero detrás hay aspectos fundamentales de la vida: trabajo en equipo, liderazgo, motivación. Todo basado en el trabajo y la preparación. Hay muchos conceptos que son trasladables. De todos modos, no me considero ni un gurú ni una persona infalible con autoridad para dar lecciones a nadie. Solo trato de compartir experiencias útiles.

-En cuanto a la motivación, supongo que en su caso es la victoria. Su palmarés incluye varias ediciones de los mejores raids del mundo.

-Ganar es muy difícil. Puedes abandonar e irte contento a casa o ganar y quedarte con mal sabor de boca.

-Usted arriesgó un título por ayudar en el 2011 a Olivier Pain. ¿Ese es el verdadero Dakar?

-Todos hubiesen hecho lo mismo. El juego limpio es una norma no escrita que rige este rali. El reto es tan grande y las situaciones tan extremas, que a nivel sentimental todo se agranda.

-Hay quien asegura que el Dakar absorbió su vida.

-Hombre, la mía gira en torno al rali en la última década, pero hay muchas más cosas. La familia es la que más sufre, no el deportista aventurero (como me considero). Ellos reciben pocos premios y se sacrifican como el que más.

-La prueba más dura del mundo, tan peligrosa que suma decenas de fallecidos, insegura en ciertos países, incómoda en el día a día. Y, aun con todo, los pilotos parecen enganchados al Dakar.

-Yo mismo digo que me engancha. No hay explicación posible. Salvo que el ser humano necesita retos de este calibre, y el Dakar es uno de los desafíos más grandes que existen.

-¿Qué se siente al cruzar la meta final?

-Cuando empiezas, parece que quince días es poco tiempo y que se pasarán volando. Cuando estás en competición se hacen eternos. Ya tienes ganas de acabar desde el primer momento. Es un alivio llegar al final. Piensas que estás loco por padecer toda la carrera. Y al día siguiente, ya piensas en la siguiente edición.

-¿Y al abandonar?

-Bufff... muy mal sabor de boca. Pero si todos pudiesen acabar, el Dakar no sería lo que es, no tendría valor. Hay gente que después de prepararlo todo el año, se ve obligada a abandonar en la primera etapa. No te queda otra que asumirlo. Hay que ser fuerte y mentalizarse. Quedarse en casa lamentándose no sirve para nada.

-¿África o Sudamérica?

-La filosofía del Dakar en ambas es la misma: ser la prueba más dura. Quince días por el desierto. Soy un enamorado de África, pero hay que ser conscientes de que es imposible correr allí por razones políticas. En Sudamérica se ha afianzado. Atacama, Chile y Argentina son increíbles. Si me lo dicen hace años, no me lo creo.

-Qué lejos queda Galicia.

-No tanto. Tengo muy buenos recuerdos y grandes amigos de la época que venía a competir en enduro. Es una tierra de mucha tradición en el motor. En motociclismo tiene grandes referentes. Si hay tradición, los títulos llegarán. Incluido el Dakar. El problema es cuando no hay base.