González-Garcés: «Hice más cosas que la anécdota de los bomberos»

FIRMAS

GUSTAVO RIVAS

09 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Es como es. Contesta a cada pregunta de forma pausada y se toma unos segundos antes de responder. «No quiero que me pilles», apunta sonriente. «Tengo 67 años. Nací tres días más tarde que Paco Vázquez», comenta. El nombre del exalcalde sale a relucir en el primer minuto de la charla que mantenemos en el bar-horno Alameda, el de las empanadas de la calle del mismo nombre. «En nuestra ciudad ha habido un modelo de alcalde. En el franquismo Alfonso Molina y en la democracia Paco Vázquez. Fueron dicharacheros, cercanos, accesibles... Creo que Negreira ha acertado en el plano humano, en la cercanía. Conmigo tanto él como sus concejales son muy amables», destaca el socialista Carlos González-Garcés Santiso, que fue edil del Ayuntamiento durante casi 25 años y antes trabajó 15 como profesor.

Clases de saxofón

Ahora está jubilado. Cuando hace dos años dejó la política activa reingresó en la enseñanza, pero «decidí que llevaba demasiado tiempo sin dar clases y me jubilé», explica. Vive en Cambre. Dedica muchas horas a la jardinería y «algo a la horticultura». Lee, escribe algo, e intenta aprender a tocar el saxofón. Un día a la semana acude a la Escuela Municipal de Música. «Estoy llegando a la conclusión de que tengo pocas dotes», asegura. El resto del tiempo dice que «lo invierto en las nietas», y vuelve a reflexionar. «Hay diferencias con los hijos. Quiero que ellas tengan un buen recuerdo del abuelo, una persona con la que disfrutaban, que las llevaba al circo, a tomar helados... mientras que con los hijos no te planteabas eso».

Siempre concejal

Tiene 4 hijos, tres chicos y una chica, esta última, bibliotecaria en el Castrillón, es la madre de sus dos únicas nietas. Ninguno se dedica a la política, pero todos son afiliados del PSOE. El mayor trabaja en A Coruña, Miguel en Madrid y Alberto, el pequeño, en Hong Kong. «No echo de menos los oropeles, pero sí que me costó pasar de un trabajo que exige una dedicación muy fuerte a la falta de obligaciones. Hay personas que me siguen llamando concejal», comenta.

Los bien dotados

Acaba de llegar de China, de visitar a su hijo. Y viene impresionado. «Te das cuenta de lo que supone la globalización». Incluso en el lejano Macao, en el cumpleaños del jefe de su hijo, alguien le recordó la anécdota de los bien dotados bomberos coruñeses. Un ataque de risa que lo persigue. «Me produce una sensación ambivalente. Lo explico. Después de 24 años de concejal prevalece la anécdota. Hice muchas más cosas (recuerda, por ejemplo, la centralización semafórica). Cierto que un edil de una ciudad de 250.000 habitantes únicamente destaca por un desfalco, porque lo han matado y muy difícilmente por otra razón. En mi caso fue por reírme. El único mérito de la anécdota de los bomberos es que fue sincera», dice.

Análisis político

Asegura que tiene un pronto «muy brusco, pero enseguida paro». No le gustan los moscones (me refiero a los insectos, aclara). Se considera un «usuario común» de las nuevas tecnologías. Dice que su padre se esforzó para que sus hijos aprendiesen a gozar de la música, el arte, de la comida o del buen vino. «Cuanto mejor, mejor». Asegura que no es nada osado y se lamenta de no haberlo sido en algunos momentos de su carrera. Antes de despedirnos quiere dejar su píldora política. «Lo que más me sorprende es que haya gente que acepta con normalidad decisiones del Gobierno. Los temas de religión o el aborto son ideológicos, no tienen nada que ver con la crisis», reflexiona una vez más. No se le pasa por la cabeza retornar al ruedo político. «En este momento me produce una sensación desagradable lo mal valorada que está la política y los políticos», comenta.

«Carlos Negreira ha acertado en el plano humano»

«Voy a clases de saxofón, pero creo que tengo pocas dotes»