Cristina Torre Cervigón: «Todo mi patrimonio está en el museo, pero cumplí un sueño»

Marta Valiña CARBALLO / LA VOZ

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Ana Garcia

Cristina Torre Cervigón, presidenta de la Fundación Torre-Pujales, no quiso que la obra y la figura de su esposo quedase en el olvido. Ahora, su galería ya es un atractivo turístico de la Costa da Morte

01 feb 2021 . Actualizado a las 20:08 h.

Lo calificaron de utopía y cuando se hizo realidad muchos no dudaron en asegurar que se había producido un auténtico milagro. Era, en realidad, el sueño cumplido de una mujer que amaba profundamente a su marido y que lo perdió demasiado pronto. Cuando el pintor coruñés Julio Pujales Rivas falleció, en 1998, a los 58 años, su viuda, Cristina Torre Cervigón, tuvo muy claro que no iba a permitir que su obra y su figura quedasen en el olvido. De ese empeño nacieron hace poco más de un año la Fundación Torre-Pujales y el Museo de Arte Contemporánea da Costa da Morte, con sede en Corme (Ponteceso). Una galería con una colección única que, además, se ha convertido en un atractivo turístico en la comarca. «Todo mi patrimonio está en el museo, ya no tengo nada, pero he cumplido un sueño», asegura Cristina.

-¿Qué la llevó a fundar el Museo de Arte Contemporánea?

-Cuando murió Julio tuve claro que mi objetivo era difundir y dar a conocer su obra. Además, se daba la circunstancia de que los dos éramos coleccionistas de arte y teníamos muchas obras. Me quedé sola, sin hijos, así que decidí donar a Galicia toda la colección. Pero quería hacer una donación permanente, por eso decidí crear la fundación, que ha sido declarada de interés gallego y de interés cultural, lo que garantiza que tendrá una continuidad incluso cuando yo no esté.

-¿Por qué en Corme?

-A Julio, que era de familia marinera, le gustaba mucho la costa, por eso desde el principio tuve claro que no había mejor mejor lugar que la Costa da Morte. Conocía bien Corme y sus vecinos siempre han sido amabilísimos, así que creo que la elección fue perfecta. A Julio le hubiese encantado la ubicación elegida.

-El propio edificio en el que está ubicada la colección es ya una obra de arte.

-Es precioso, sí. La casa está muy bien rehabilitada y tiene una escalera interior que en sí misma parece una escultura, igual que el lucernario. La rehabilitación del propio edificio, obra del arquitecto Carlos Hurtado Casanova, es una obra de arte y han venido profesionales de todo el mundo para verlo. Carlos se implicó y se volcó en el proyecto y lo hizo todo de forma desinteresada, igual que han hecho todos los patronos de la fundación. Los vecinos de Corme también nos han apoyado mucho y eso ha sido muy importante. Sin su ayuda este sueño no podría haberse hecho realidad. Yo he puesto en el museo todo mi patrimonio, lo he donado todo y ya no tengo nada material, pero sí he cumplido un sueño.

-¿Cómo ha sido este primer año en funcionamiento?

-Muy satisfactorio, porque desde su inauguración en abril del 2012 la afluencia de público ha sido impresionante y en los meses de verano lo han visitado más de 2.000 personas. A lo largo de todo el curso continuaron las visitas, especialmente de grupos y colegios, y durante el verano también se han celebrado conferencias, conciertos y otras actividades culturales. Además, hemos becado a más de 50 artistas nacionales e internacionales, que pasan temporadas en Corme y después nos donan una obra, así que la colección es cada vez más grande.

-Y muchos de esos artistas incluso se han planteado comprarse una casa en la comarca.

-Muchos vuelven, sí, porque se van entusiasmados con los paisajes y las gentes de la Costa da Morte. El museo es un proyecto cultural, pero también ha servido para atraer turismo de calidad y eso repercute económicamente en toda la comarca.

-¿Sigue emocionándose cuando entra en el museo?

-Siempre. Siento algo extraordinario cada vez que llego a Corme, porque el museo es algo increíble. Es una joya que deseo que valoren todos los que lo visitan.