Rescatan la faceta científica de la antidarwinista Emilia Pardo Bazán
13 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Emilia Pardo Bazán ha entrado en el Álbum da Ciencia de Galicia del Consello da Cultura Galega. Esta faceta, poco conocida para el gran público, ha sido rescatada en un documentado y completo estudio de Xosé Antón Fraga, coordinador del álbum, que saca a la luz el trabajo de divulgación de la autora.
Su interés por el conocimiento científico, que no abandonaría a lo largo de su vida, surgió pronto, cuando de joven realizó, junto a su familia, un viaje por Europa. Fue entonces cuando se dio cuenta de que «ser culto a finais do século XIX tamén supoñía coñecer a ciencia, o que contrastaba co pensamento da España da época», explica Fraga. Pardo Bazán estaba dominada por un «conservadurismo extremo, por unha marca tradicional católica», lo que marcó su filosofía de vida, pero que, al mismo tiempo, no le impidió «buscar novidades, porque ela era consciente de que a ciencia era un elemento básico da modernidade, e ela quería estar na pomada», subraya Fraga.
Artículos científicos
En su obra literaria no faltan alusiones a la ciencia. Es más, las mantuvo a lo largo de casi toda su extensa carrera. Su primera novela, Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina, trata de un científico trastornado que pretende transformar carbón en diamantes. Pero donde más desarrolló su faceta de divulgadora científica fue en una serie de artículos que publicó entre 1876 y 1877 en la publicación Revista compostelana. Lo hizo bajo el título La ciencia amena, en el que, en diferentes entregas, abordó el «calórico», «la luz», «la electricidad» y la «circulación del movimiento». «Os textos -escribe Xosé Antón Fraga- supoñen unha descrición de certos mecanismos da natureza nos que a autora realiza diversas referencias a Deus, algo lóxico se temos en conta que están elaborados a partir das publicacións do astrónomo xesuíta Angelo Secchi».
Argumentos, no insultos
Sin embargo, sus conocimientos científicos, pese a su interés y curiosidad por estos temas, eran más bien limitados, lo que le valió no pocas objeciones, fundamentalmente con Octavio Lois Amado, con el que mantuvo una viva polémica.
Pero quizás su papel más importante fue su intervención en el debate entre darwinistas y antidarwinistas. La escritora, de profundas convicciones religiosas, estaba entre los segundos, pero, a diferencia de sus coetáneos, introdujo la argumentación en la polémica: «O debate estaba dominado polos insultos, e ela, tomando as ideas dos estudosos franceses do seu tempo, introduxo a argumentación. Foi un paso adiante», explica Fraga. Darwin ya no es presentado como un loco ridículo e ignorante, sino como un «hombre de suyo reflexivo y reposado». «Algunas personas -escribió Pardo Bazán- supondrán que combatimos el darwinismo por motivos religiosos: mas no es así. La cuestión aquí es puramente científica: combatimos esta teoría porque carece de pruebas directas para ser racional y científicamente establecida». La escritora llegó a escribir: «No llegaremos a ser semidioses, pero no fuimos ni seremos bestias».